sábado, 4 de agosto de 2007

Lo volverán a oir



...Y a mi que me importa lo que traiga de nuevo la corriente, al final de todo esto, sólo creo que el gentío fuera de conciencia tiene los ojos puestos fijamente en mi, pero no es más que una vulgar, vil y pobre creencia, al igual que todo lo que defendemos con ahínco ante todo y todos para hacerlo válido. Y ahí, oigan señores, va otra interrogante inútilmente considerada por vosotros, pero acaso, ¿No es imperantemente necesario hacernos visibles entre la neblina?, es así, y he de hacer muecas burlescas como mecanismos de defensa, para que el público presente no me arroje proyectiles en forma de ignorancia barata. Y también sepan hombres creyentes de la vida, que mi egolatría recién elaborada y sin mi voluntad, se me sale por la piel, pero tras de mil filtros de colores, se asemeja a conciencia, cosa o concepto absolutamente desconocido por estos días. Se además que vuestras nociones carecen de imaginación, pero abundan supuestos conocimientos sin trasfondo alguno, están ahí, inertes, sin uso, viejos, sucios, como esos trapos de aquel hombre que se esconde tras de esa puerta, - si, tu hombre, venid, acércate al glorioso aposento. – escuchen fríamente, como bien lo han sabido hacer durante años, y observen en completa nitidez la figura de él, el acabamiento de su cuerpo, las cicatrices de su rostro sin vida, podrán apreciar y si gustan sorprenderse de las líneas de sus manos, pues ellas, sin temor alguno, reúnen todas las amarguras de su largo camino, así de estas verdaderas hojas de vida, y si su morboso deseo de saber más siempre, les come el alma, solo miren sus ojos eternos, ellos saturados de dolor, saben de historias inspiradoras, y han conocido verdaderas existencias, más de todo lo que podrán saber en años. Inexplicablemente, creo saber lo que les espera, con actitudes de líderes de la nada, y ciegos de corazón, han visto con asombro la realidad, fielmente representada en el aspecto de un ser humano, pero bastará tan solo un par de minutos para tirar a la basura las que podrían haber sido reflexiones contructivas de lo que son. Y ahora, no esperen que las ideas que hoy aquí se han generado, y que pobremente han removido los baúles de la sensibilidad, que creo aun existen en sus cuerpos, son solo producto de una mente enferma y llena de desquicio, pues no seré nadie jamás. Al final debo estar perdiendo el tiempo, eso es según la estructura básica del “correcto comportamiento que se debe tener en sociedad”, pero en mi pequeño mundo, es parte de la diversidad cotidiana. Ojalá todos se abrieran a la posibilidad de construir su propio espacio, a su antojo, un mundo interno en donde hacer y deshacer reglas, y mejor aun no tenerlas, inventar reflexiones de las cosas más simples, o quizás poder adueñarse de toda la libertad, hacerla y vivirla para que dejara de ser una simple utopía. Lo mejor de tener un espacio interno, oigan ustedes lo siguiente para poder cerrar la interrupción que he provocado en sus vidas, es lograr la paz absoluta, aunque sea por tan solo unos instantes, es un deseo que ya nadie se plantea realizar, porque su tiempo es consumido a diario y en su totalidad, que poco a poco deja de ser tiempo y se transforma en horarios aburridos y sistematizados, lleno de gris, torturadores y asesinos. Dentro de tanto cinismo, si lográramos aferrarnos a nosotros mismos, si nos dedicáramos a conocernos y a obedecer cada uno de nuestros sentimientos mas profundos y si alcanzáramos a expresar absolutamente todo e hiciéramos las cosas porque si, sin explicaciones, sin justificaciones, sin arrepentimientos, es ahí oyentes desinteresados, el objetivo de subsistir aquí en este mundo colectivo, en el que abundaría felicidad si lo conformaran pequeños submundos imaginarios llenos de colores. Una vez dijo un simple hombre que solía ser igual que todos nosotros –“ para estar bien con los demás, primero debes estar bien contigo mismo”.
Me retiraré lentamente, oyendo un odioso murmullo general, lo sé, al parecer he venido aquí a relatarles un cuento de fantasía, extraño y aburrido, pero créanme, lo volverán a oir...

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