martes, 16 de diciembre de 2008

La Diosa de las Nubes




Había olvidado esta historia, es decir, había olvidado escribirla, me sucedió hace unos tres años mas menos y hace algunos minutos reviví esta singular experiencia en un sueño bastante tormentoso pero muy complaciente a la vez, que se me ha repetido todas las noches, sin excepción alguna desde aquel día, del cual he despertado abruptamente... estoy escribiendo desde el balcón de mi cuarto, entre recuerdos incompletos y confusos, es de madrugada y un extraño frío se hace presente, pero no en las calles de esta ciudad, ni en la brisa, sino en mis manos y en mi respiración...

(...)aquel cuarto estaba inundado hasta el techo de humo espeso, habían unos de colores que se mezclaban con el usual blanco vaporoso de los cigarrillos, habían morados, verdes, amarillos, todos danzando en procesión hacia el único escape y respiro entre las cuatro paredes que nos ahogaban, una pequeña ventanilla triangular justo sobre nuestras cabezas. El ritmo constante, sincopado, de una música bastante densa provocaba un singular trance en la ya poca cordura que quedaba entre el gentío. Las mujeres bailaban libres, desnudas y descordinadas, tratando de lucir aún sensuales en la exigua imagen poco iluminada de un espacio fuera de tiempo real.

Media noche en punto, ya no debía llegar nadie más, la celebración era exacta, un verdadero ritual, no tenía motivo claro, pues esto era distinto a cualquier festejo, sin embargo, el objetivo era común a pesar de la diversidad de almas que allí entraron atormentadas, los causantes eran dispares, pero el deseo único ató nuestros espíritus los unos a los otros, todo el mundo por esa eterna noche se mantuvo girando en medio de un escape desesperado, un auténtico éxodo, una liberación expedita, desenfrenada, un largo olvido, el soñado abandono mental y un sin fin de movimientos liberados.

La oscuridad a esas horas comenzaba a ser más pesada, la música iba lento, penetrando el retardado vaivén del suelo, había una constante estela de olores y líquidos haciendo ríos entre los tobillos. De pronto, un estruendoso resonar de campanas logró interrumpir abruptamente el aire hipnótico que respirábamos y los ojos se despegaron de a poco.

Una lejana voz retumbó en los aturdidos cerebros, eran palabras indescifrables, una lengua aterradora e irreconocible se creaba desde algún lugar, pero de una u otra manera, la multitud parecía comprender lo que venía, todo cesó, la música, los tambores, la humareda, los colores y los cuerpos extasiados. Un hombre pintado de líneas rojas apareció entre nosotros, justo en medio de la habitación, llevaba un extraño instrumento, al cual soplaba por un agujero lateral emitiendo un sonido espantoso que al parecer pretendía localizar un martirizador zumbido en nuestros oídos, muchos no resistieron y la sangre corría sin control por sus cuellos. Otros retorcidos en el suelo trataban dentro de la inconciencia cubrirse las orejas con las manos, pero el piso retomaba su ritmo y comenzaba a temblar nuevamente. El hombre comenzó a girar sin control sobre su propia cabeza, medio quebrado practicaba una danza brutal, las líneas de su cuerpo estaban frescas y escurría como lava en un volcán, dando gritos ensordecedores mientras se autoflagelaba con el espeluznante instrumento musical. Poco tardé en reparar que aquellas líneas no eran pintura, era sangre que brotaba de las múltiples yagas de su cuerpo. Yo no sé como he de recordar todo esto, la inconciencia era absoluta, pero no alcanzaba sentir terror alguno, sin duda eso era lo más extraño, definitivamente nadie en ese demoníaco lugar estaba en cuerpo y mente, sentíamos el peso de la tierra pero nuestras almas se habían elevado demasiado alto.

La escena era difusa, el humo se hacía presente otra vez, el hombre desaparecía entre alaridos retorcidos, completamente teñido de rojo. La gente estaba eufórica, impaciente, algo estaba por venir, y todos lo sabíamos sin saber qué era realmente. De pronto, desde la única puerta al mundo exterior, una puerta ancha en forma de arco apuntado, comenzaron a escucharse unos sonidos, eran como silbidos pero muy agudos. Debo reconocer que era el único en ese lugar que estaba un tanto más conciente y con mis sentidos aún precariamente funcionando, es por ello que todo lo que he descrito en estas letras, podría sonar espeluznante, sin duda, la peor pesadilla de cualquiera, pero en realidad, la gente parecía disfrutarlo consumadamente, todo provenía de un extraño placer que caía y nos bañaba desde arriba, desde un cielo verdoso, sin dios, sin luna, un cielo basto de seres angelicales que tocaban música para nosotros, y ataban nuestros espíritus a las nubes, para que nos sintiéramos libres, para que danzáramos desnudos sin pensar en nada más que en el movimiento. Nos olvidamos de todo, del amor, del odio, del reloj, de las familias, de la ciudad, de las reglas, de las obligaciones, de los roles y de las leyes, qué importan esas estupideces cuando hemos podido encontrar el cielo. Yo lo encontré aquella vez, pero nunca supe por qué tenía sentidos aún y conciencia de aquello que estaba ocurriendo.


Y de los silbidos y entre la humareda cuatro seres de corta estatura, con mirada penetrante, entraron lentamente en la sala y apuntaron al cielo, la gente miró retardada, empujándose los unos a los otros con movimientos lánguidos y azarosos. Desde arriba comenzaba a abrirse un agujero descomunal, de él, una luz demasiado resplandeciente, que hacía entrecerrar los ojos y provocaba ceguera por momentos. Un olor a flores silvestres pasó toda la sala, las paredes parecían derretirse, pero nosotros nuevamente no sentíamos nada físicamente, sólo asombro, un frío asombro confundido por la inconciencia.

Ahí fue cuando vi a esa criatura con líneas femeninas, era como una montaña basta, de suelos firmes, grande, sólida, robusta, con largos brazos que sujetaban un ramo de verdes plantas. Sus caderas exuberantes iban al son de ritmos lentos y habían logrado silenciar a la multitud, quienes ahora yacíamos libidinosos ante tal figura de mujer que se hacía extremadamente deseable mientras más descendía de lo alto. Los hombres y las mujeres comenzaron a andar haciendo un gran círculo, contemplando aquella imagen idílica de placer, y llovieron entonces del cielo flores y plantas de mil especies y sabores. Ella nos observaba con unos ojos semiabiertos, como pesados, pero realmente impactantes, al igual que su boca roja, aquella que parecía no tener fondo, como una oscura cueva a otro mundo tan o peor desorbitado que este que se estaba respirando. Cuando sus gordas piernas tocaron tierra, aquella musa exuberante caminó despampanante hacia el fondo de la habitación, allí había un sillón largo e hinchado, depositó su fornido cuerpo en el, con las piernas puestas en mariposa y colocó sus manos hacia su centro con la punta de sus dedos juntándose e indicando meditación. Unos gritaron excitados que aquella imagen era el mismísimo Buda, otros le intentaban besar los pies llamándola Anu , era Hathor afirmaban otros, mientras insistían en tocar sus manos, Afrodita o Dios mismo decían, la ovación era increíble, el efecto de su presencia induzco a la máxima expresión de locura en los comportamientos de la gente, muchos se comenzaron a suicidar cuando esta bella Deidad miraba fijamente a sus sedientos ojos, todo aquel que se abalanzaba a tocar su cuerpo motivado por la sed del deseo carnal, era brutalmente lanzado por los aires o golpeado por látigos imaginarios, por una fuerza que parecía venir del mismísimo infierno, todo aquel que se atrevía a llamarla por algún nombre recibía inmediatamente un castigo mortal.

Sin embargo, nadie reparaba en la magnitud de la situación, debo reconocer que estuve a punto de caer en tan deliciosa tentación de tocar esa piel tersa y ardiente, o mirar esos enormes ojos seductores, pero no lo hice, -pues reitero-, yo era definitivamente el único individuo en ese lugar con un porcentaje de conciencia y sentidos, corríamos peligro los que aún vivos estábamos, pero nadie comprendía nada , sólo yo.

La matanza fue macabra, en un momento desde un rincón donde me había refugiado comencé a observar detenidamente, poniendo el más absoluto de mis esfuerzos por concentrarme y caer en la verdadera realidad, bajo este estado de intento de circunspección y razón todo se transformaba, vi mucha sangre, quizás sólo una cantidad comparada con la derramada en campos de guerra, habían hombres mutilados, heridos por látigos y mordidas feroces, quemados, degollados, otros agonizaban retorcidos en el suelo tembloroso del que continuaba brotando humo, y reían sin embargo, pues de seguro no sentían dolor, sólo ese maldito placer que nos vació el cuerpo y nos llevó a este horroroso final, ¿liberación?, yo no había venido aquí por esto, ¡yo no había venido a morir maldita sea!, pero ningún sujeto se dio cuenta de lo que estaban haciendo con nosotros, nadie, sólo yo, pero me he convencido tarde, a pesar de que siempre creí algo extraño detrás de toda esta maléfica pesadilla.

Ahí estaban ya, todos esparcidos por el suelo, y la ensordecedora melodía constante que ya no resistían más mis oídos me hizo caer por fin en un pánico total, me espanté, pues había descendido definitivamente del cielo, cobré noción y vida, rápidamente mi cuerpo retomaba el ritmo normal y pude mover mis extremidades sin letargo, reparé en que ese ser metido en el cuerpo de una mujer, era el mismísimo demonio, no podía ser otra cosa, me buscaba, me olía, sabía de mí, y me perseguía desesperadamente, quería acabar conmigo, con el último cuerpo, con la última víctima, con el último idiota y con la última escoria de ser humano que creyó ciegamente en que en este inmundo lugar podría alcanzar la elevación del alma para desligarse de los problemas de la vida, ¡pero qué había sido todo esto Dios mío!, ¿un sueño?, ¿el efecto de una potente y desconocida droga?, ¿es que así se sentirá realmente suspenderse del cuerpo?, ¿es que aquél espantoso lugar en lo alto es el cielo?, aquellos seres espeluznantes ¿eran ángeles?, no lo sé, nunca lo supe.

Entonces la diosa, o aquel demonio hecho mujer, logró dar con mi escondite y me invitaba hacia el centro de la habitación, moviendo sus manos, danzando sólo para mí con unos movimientos increíblemente seductores, por un momento sentí una fuerza magnética salir de su vientre, que hacía temblar mis piernas induciéndolas a que dieran los pasos necesarios para acercarme a donde se encontraba y tocarla, pero mi mente estaba alertada, sabía que no podía, significaba la muerte, debía escapar de alguna forma. De pronto pensé en una estrategia, me acercaría y jugaría su juego por unos segundos y en el momento oportuno escapar raudo por la única puerta, en la cual se podía observar al final del pasillo a dónde conducía una pequeña luz que seguramente, -porque ya no recuerdo el momento en que entré a este lugar-, era la ansiada salida al mundo. Me acerqué cautelosamente, ella no se había percatado de mi estado de semilucidez, jamás miré sus ojos, pues tenía la mirada fija entre sus cejas, ella liberaba un aroma a naturaleza, era bastante sorprendente su mezcla entre el cielo y el infierno, me rodeaban sus movimientos, sus manos querían tocarme, pero era astuta, esperaba que yo lo hiciera, sin embargo, me di cuenta que jamás me rozaba si quiera, estábamos muy cerca, a medio centímetro entre ambas figuras, pero yo permanecí inmóvil, dejándome llevar, contemplando su danza casi inexpresivo, de pronto puso su mano en el bolsillo de mi chaqueta y pude sentir que arrojó algo allí adentro, sin embargo, no me explico la tranquilidad que poseía en ese momento, si hace sólo algunos instantes moría de pánico. Tal vez ella lo notó, pues a medida que pasaban los segundos se enfurecía cada vez más, pues yo me mantuve indócil, y no caí en su trampa mortal, se comenzó a retirar lentamente, y de pronto el humo se masificó impidiéndome ver hacia dónde se dirigía, sus cuatro vigilantes gritaron algunas palabras que jamás recordé, pero me inundó un miedo terrible, pues no veía nada, yacía bajo una oscuridad total y esos ruidos me descontrolaron, entonces solté paso veloz, esquivando los cadáveres repartidos por el piso, choqué varias veces con las paredes, no lograba dar con la puerta, y sentía mis piernas pesadas, también muchas veces me tomaron de los pies, seguramente eran personas que aún agonizaban. Me puse a dar gritos por la desesperación, de pronto las paredes se hacían mas próximas, la sala se encogía, temblaba, y ya no podía más, el corazón me palpitaba demasiado rápido, como saliéndose del cuerpo, el estruendo cada vez se hizo más ahogador, la habitación se caía a pedazos y esa mujer me llamaba violentamente. Por fin di con la puerta y un largo pasillo me esperaba hasta aquella pequeña luz de al fondo, corrí como jamás lo había hecho antes, me sentí volando, pero me atacaban, había algo ahí en ese pasillo del demonio que me brindaban profundas cortadas en los pies, sentí también que me quemaban la piel con alientos de fuego, pero nunca me detuve, el miedo hace que a uno le broten de esos poderes sobrenaturales y una fuerza implacable que el cuerpo siempre reserva con cautela para momentos insólitos.

Cuando vi esa luz ya casi encima de mí, me lancé con toda la fuerza posible en contra de la puerta y se abrió afortunadamente de par en par, una vez afuera por fin, delante de mi se reconstruyó un mundo totalmente afable, a pesar de su adversidad y de la presión que provocó en nuestras vidas tan básicas, -antes de todo lo que ocurrió-, tormentos que nos llevaron precisamente a ese lugar del que acabo de salir vivo gracias al cielo, para escapar justamente de aquí, de este planeta, para olvidar los problemas. La maldita puerta se cerró fuerte detrás de mí, no miré hacia atrás, sólo camine demasiado pasivo, como si nada hubiese sucedido. Todo me parecía tan tranquilo, las calles estaban lentas, los edificios predominantes parecía que me daban la bienvenida otra vez a la ciudad, a su ritmo, a sus roles y a mi vida, a la que jamás debí desterrar por una experiencia nueva, quizás aquello es la lección que ha dejado todo este mal sueño, -si es que se le puede llamar así-.

Camino a casa olvidaba todo, fue un impacto extraño volver a sentirme en estos lugares tan cotidianos, -como si hubiese pasado una eternidad encerrado ahí en ese lugar infernal-. Noté que la gente me miraba demasiado, quizás era mi semblante cansado, mis ojos, sí, seguramente eran mis ojos que estaban tan aturdidos como mi cuerpo, habían visto tanto.

Cuando llegué a mi hogar finalmente, todo tenía unos colores tan nítidos que me hacían sentir en paz, subí las escaleras, vi mi habitación, mis cosas, mi cama, en la que me recosté sin pensar en nada, hasta que caí profundamente dormido.

Desperté repentinamente y muy asustado, con un dolor y un agotamiento físico terrible, cuando estaba a punto de entrar a darme un baño miré de reojo el espejo de la pared, algo extraño advertí en la apariencia normal de mi cuerpo, esa normalidad que viene del acto mismo de verse superficialmente al pasar, era mi rostro, y todo mi cuerpo lleno de heridas y cortadas, ahí recordé la desastrosa salida de ese lugar, efectivamente recibí esos ataques, eran reales y ahí estaba yo anonadado frente a ese pedazo de vidrio observándome aterrado, pues, quería de alguna forma asumir esa experiencia como una especie de sueño, y olvidarla para siempre, pero estar heridas que pronto se harían cicatrices me la recordarían por siempre. Sentado en el sillón con un taza de café, decidí que esto no podía quedar así, la policía debía saber sobre ese lugar, sobre quiénes eran los responsables de todo, debo decir que temí demasiado, quizás me dejarían encerrado en un manicomio si les narro esta historia, o seguramente descubrirían que ahí fuimos a dar por una droga especial que nos liberaría de la tierra, aunque eso parezca aún más desquiciado que la diosa y me enviarían a la cárcel, pero ¿y estas heridas?, si fuimos drogados, y aquello fue todo una ilusión, ¿dónde quedó toda esa gente que había ahí?, ¡yo los vi perecer frente a mí!, de hecho nadie más escapó de ahí junto conmigo, definitivamente esto me estaba asustando demasiado, pues nada calzaba y hay espacios que aún no logro recordar.

Entonces decidí ir a ese lugar antes de dar aviso a la policía, iba de prisa caminando por la avenida unos metros antes y en un negocio de juegos de azar habían publicado los números ganadores del día, miré al pasar, y me di cuenta al mirar la fecha del sorteo que habían pasado tres días, es decir, había dormido setenta y dos horas desde aquella pesadilla. Un frío intenso recorrió mi piel, en mi pecho se creaba una angustia ahogadora, mientras más me acercaba a ese edificio, menos gente se aparecía en mi camino, las heridas comenzaron a arder y un olor a metal penetró en mis sentidos. Cuando pude ver ya cerca ese edificio corrí hacia él, entré por ese callejón sombrío, estaba temblando, pero lo peor no había pasado aún, la pared frente a mí, gastada y húmeda, pero ¡la puerta no estaba!, me refregué los ojos y miré nuevamente, creí que podría estar demasiado asustado y logré imaginar aquel fenómeno, pero ahí estaba nuevamente el muro inerte, no había nada, no estaba, no habían ni indicios de haber habido una puerta, entonces, una oscuridad espesa bloqueó definitivamente el paso del tímido sol de mañana por el callizo, parecía de noche, y yo destruido, en medio de dos bestias impías que me miraban hambrientas, una que se burlaba de mí descaradamente, medio verdosa y siniestra, que me recordaba a la realidad y a la razón, y otra gigante y ennegrecida, con enormes ojos y hostil que decía ser la ilusión o el desquicio, yo no sé, no sé qué demonios ha sido todo esto, tal vez me estaba volviendo loco, producto de la vida, o de las drogas empleadas, o de la misma fantasía, o todo estaba meticulosamente relacionado, estaba choqueado, me deslicé por el piso y sujeté mi cabeza presionándola violentamente, luego al mirar mis manos pude advertir que mis heridas ya no estaban, no quedaba rastro alguno de las quemaduras y de las graves cortadas, tampoco en mis piernas ni en mi rostro. Pasaron algunos minutos, o quizás una hora o más y sentí nuevamente un extraño olor a metal, ahí fue cuando recordé que aquel ser femenino había introducido algo en el bolsillo de mi chaqueta, entonces metí mi mano temeroso, y tomé un trozo de algo sólido, debido a la oscuridad que de pronto había caído en ese lugar corrí hacia la calle, miré nuevamente el objeto y era una medalla sujeta a una cadena de un material que no lograba reconocer, entre oro y algún tipo de piedra preciosa, en él un grabado indescifrable resplandecía.

Aún lo conservo y aunque puede ser la única prueba de lo que me sucedió aquel día, jamás se la he mostrado a alguien, también he desistido en dar aviso a la policía, sin embargo, aquella joya me brinda algún tipo de energía celestial, no sé que es precisamente, cada vez que la sostengo fuerte en mis manos, me recuerda la sensual danza de la diosa nacida de las nubes, con toda su mesura y desplante fervoroso, esa imagen me saca de juicio, me eleva a ese cielo verdoso repleto de figuras angelicales y yo necesito de esa locura más que nunca, en todos esos momentos en los que caigo en desesperación, producto de los tormentos propios de un ser humano cualquiera, inserto en este mundo dual, entre el paraíso y el infierno, entre placer y recato, entre derroche y austeridad, entre rostros cínicos que te brindan una hilarante sonrisa y una mano retorcida, sangre, muerte, dinero, mentira, amor y otras cosas, entre una sobriedad mentirosa, porque si has caminado por estas ciudades, sabrás que hay más conciencia en el delirio más trastornado que puedas crear en una noche de éxtasis absoluto, que en la maldita ironía de la rutina.






Lila Andelizha

sábado, 15 de noviembre de 2008

Para aquellos niños, Que siempre juntos nunca se han visto.




*No.
Esto no tiene sentido.
Es evidente la estupidez
Las manos me tiemblan cuando vienes,
Porque no sé que quiero realmente de toda esa delicadeza tuya,
Aquella que no dejas salir, aquella que guardas sólo para que yo pueda disfrutarla.
Te silencias demasiado y yo oculto demasiado, así ¿Cómo vamos a llegar a la
cúspide?
Sólo puedo decir que esta ridícula situación se me hace irresistible, un juego eterno de
Propia. . .

¡Negación!

Las puertas que no cerraron bien, las ventanas con bisagras oxidadas y la sonajera de las tablas.
Ellos son el problema.
No hay certeza en nuestros pasos,
Ni noción alguna de mí como en
función de ti.

Nuestra casa se desarma, y la lluvia inunda el cerebro.
Pero quedan pocos segundos.

Para tomar una decisión azucarada o un café con helado.

O tal vez podría tomar tu mano y lanzar todo y ya…

Queda poco.
Queda sentir aún
Y
Reconocer
Será mi misión.




...Te quiero.
.....Eso sí
........Es como agua.





Lila Andelizha


sábado, 1 de noviembre de 2008

Colegas, esto es el Arte corriente


En un viaje en metro puedes conocer a tanta gente como la que nos gustaría conocer en una fiesta, o cualquier tipo de reunión social, -en la que precisa y paradójicamente, reluce nuestra parte más antisocial- es que es así, al menos es mi caso y el de tantos otros. Resulta que estás ahí inserto –como animal nuevo que recién llega a un Zoológico-, incomodo, las manos te sudan, sientes que todos te miran extrañados o con fines mal intencionados, -tengan en cuenta mi paranoia también-, por desgracia, a penas conoces a algunos individuos de vista, al dueño de la casa, a veces y por si a caso, y justo la persona que debe llegar para salvarte, -ya sea el amigo del amigo de equis, que justo por obra y gracia del espíritu santo también se supone que asistirá a la fiesta- no se aparece por ninguna parte, y nadie sabe de su paradero ni de su designio justo cuando más necesitas de su ser. Es gracioso, justo en esos momentos, colapso, si, me podrán identificar fácilmente cuando vean a una muchacha más bien seria, con una gota de sudor delatadora deslizándose por las sienes, los ojos hundidos en el vaso de alguna bebida o en el vaivén del humo de un cigarrillo nerviosamente gastado.


Bueno, eso fue un breve paréntesis, el tema era el metro, si, el fascinante metro de esta interesante ciudad, resulta que he decidido comentar esto porque he llegado a una peculiar conclusión, sí, así es, y es que en el metro vos podes jugar a encontrar a tu par, -que no hablo de la media naranja, ni del medio limón (¿?), hablo de aquellas personas que practican el mismo oficio, o el arte corriente, -como lo he querido llamar en ocasiones. ¿Les cuento mi oficio?, no aún no, mejor nombraré algunos que me sé de por ahí, -quizás de tanto observar-. El primero es el oficio de la típica mujer atractiva, que sabe que lo es, -de pantalones ajustados, una exquisita estela de olor y el cabello abultado-, ella es ella, no hay más definición, se mira una y otra vez en el reflejo de las puertas del vagón, procurando que cada detalle de su cuerpo sea irresistiblemente perfecto, -aros, maquillaje, ajustes de cinturón, de sostén o de la pequeña mecha de cabello que debe caer de una cierta manera sobre su mirada- de vez en cuando, da vuelta ligeramente la cara, y da una de esos reojos letales al más débil de sus víctimas, sí, porque ella sólo voltea a mirar a quién la está mirando, voltea a romper algún corazón o erizar la piel y otras cosas, para cautivar, para capturar más revestimiento de belleza seductora, para reafirmar aún más el propio altar que lleva bajo sus pies, es así, no peca de superficialidad, ni mucho menos de vanidad, ésta es la areté, sencillamente, la trae en su esencia, más allá del mismo hecho de ser mujer, y al igual que el zapatero o el artesano, ella cultiva su gracia día a día, y mejora sus cualidades y desempeña un desarrollo sustancial de su admirado oficio.


Otro de los curiosos oficios -de la gente igualmente corriente-, es uno practicado virtuosamente por algunos hombres, -no todos-, son aquellos sujetos de mediana edad, que llaman la atención de una forma bien extraña. Siempre es bien sabido, que el prototipo de hombre ‘intelectual’ da mucho que hablar y suele ser atractivo, yo más bien lo considero otro buen oficio. Son tipos universitarios, en su gran mayoría, de pelo largo llevándolo amarrado, audífonos a la vista, ropa despistada o extremadamente excéntrica, barba desordenada o bigotes graciosos, mirada negra y profunda o los infaltables anteojos, ¿Qué es lo que practican entontes?, practican el arte del filtro europeo, es decir, mientras más freak y alternativos vayan por las calles, más cumplido será su propósito, mientras más rebuscado sea el título o el autor del libro y mientras más visible se exponga a las miradas ajenas, más placer para su vida, son así, y cantan fuerte mientras caminan con cierto tambaleo rítmico y a saltitos, son agradables, la idea es ser un personaje, se me hacen un amor, pero hay límites, comprendo que al fin y al cabo todos estos oficios lleven cierto grado de egocentrismo y cierto aviso de identidad –o falta de ella-, y que al final es más bien parte de una cultura compartida, pero no se debe admirar –ni escribir sobre ellos- cuando llega el punto en que todos estas cualidades de un grupo urbano de gente, pasa a ser una mera masa de movimientos ficticios, estudiados y sólo se limite a una necesidad lastimosa de falta de cariño o simplemente por seguir una moda y creerse pertenecientes a algo, hasta ahí, se arruinaría todo y ya no serían virtudes, serían idioteces.


En estos días, -yo siempre viajo al centro, por variados motivos-, me he percatado y asombrado con un nuevo oficio descubierto, a este lo llamo ‘el bienaventurado’ o el señor ‘yo amo a mi prójimo’, resulta que son en su mayoría caballeros, refiérase al hombre adulto, maduro, independiente de su empleo y situación socioeconómica, ellos siempre, pero siempre están dispuestos y muy alertas ante cualquier situación en la cual demostrar a la indomable humanidad, que el hombre sí tiene esa capacidad de hacer el bien, -por muy bíblico que pueda sonar-, son aquellos que exigen a viva voz en un viaje subterráneo que le den el asiento a una mujer embarazada o a un anciano, son aquellos que esperan primero a la gente que baja, para luego abordar el metro, son aquellos que toman del brazo a la señora que sube con bolsas, -que por lo demás molesta a toda la muchedumbre por ocupar demasiado espacio-, ellos sonríen fácil, saben hablar y agradecer, saben decir permiso, saben de esa educación antigua, la de antes, la de nuestros abuelos, ese arduo sermón de educación cívica, la cadena de valores y el peso de la moral, ellos fueron formados de esa manera, y hoy, en un mundo tan rápido e impredecible, -casi desarmado-, su labor es una verdadera virtud, y por su puesto, se agradece y se considera.


Hay otro oficio bien particular, ‘el ser sociable’, el típico ser humano bonachón, que adora las conversaciones espontáneas, te pregunta la hora, una dirección o se mete en tu lectura, cualquier excusa vale, debe hablarte, por cualquier razón, y de seguro te contará que viene del sur, o del norte, te narrará una anécdota seguramente muy extraña, y lo que anda haciendo en esta ciudad siempre es muy incoherente, te hablará de su familia, su casa, su trabajo, su perro, su gato o sus comidas favoritas, sólo desean hablar y hablar, ser escuchados, ser atendidos y entendidos, son inofensivos, y suelen sonreír solos.


Están también los amargados, que más que su propia energía gris, cumplen un rol bastante importante, y es hacer sentir al resto que uno no es el único ser humano aproblemado, -y en mejores casos, hacen reír bastante con sus maldiciones constantes y sus caras kilométricas-.


Así hay muchos, pero el otro día encontré a mi par, encontré a un sujeto que practica lo mismo que yo, me refiero a lo de la continuidad de vidas, me confieso, ese es mi trabajo, observar en demasía, obsesiva, paranoica, romántica, idealista, redacto todo lo que veo en mi cabeza cuando se conforma el presente y jamás lo olvido, identifico a cada persona y le doy una historia particular, la logro discernir por deducción, -y por algo de locura y unos cuantos delirios-, es que es fascinante, me dedico mucho a eso. A veces me han sorprendido con los ojos pegados a una escena o a una persona, muchos han creído que soy psicópata o de seguro ‘debe andar drogada’, yo me río mucho cuando pasa eso, y más desquiciada me creen, sobre todo en esos viajes, de los que les hablo, de los escenarios de la ciudad y el transporte público. Esa vez, sonreí –quizá más evidente que otras veces-; una señora me estaba observando asustada porque no le quitaba la vista de encima, la verdad es que me llamó mucho la atención sus rasgos y sobre todo su expresión, como si llevara un dolor extremadamente profundo, de años, de soledades, de llanto en silencios, y me la imagine en una película de drama, es más, ya empezaba a ponerle nombre, y comenzaba a rodarse. De pronto movió la vista en forma de negación, con las cejas extrañadas, directo hacia mí y bloqueando mi mirada perdida, reparé en ella, volteé la cabeza rápidamente, y me inundó esa necesidad de reírme a carcajadas, es ese momento, justo en frente de mí, estaba él, riéndose de todo este cuadro que había estado observando y conjeturando al igual que yo, él me creaba como personaje, el escribía el guión sobre mí propio afán, aquel que tanto disfruto, él se enredó en mis movimientos, y me mostró su mejor mirada como respondiendo a mi pregunta, ‘sí, yo también me dedico a eso’, y de pronto me regaló una sonrisa divina. Ahí comprendí que esto es un arte, un arte corriente, un arte que llevamos todos de distinta manera, un arte simple y diverso, completo y delicado, que siempre –de forma inconsciente-, incrementamos de pasión y dedicación hacia ellos. No es difícil darse cuenta de cuál es nuestra labor, sólo deben salirse de sí, y verse desde afuera, escucharse cada vez que lo recuerden y dejen que la imaginación rebose a rienda suelta sobre todos sus pasares, escriban y no abandonen las manías, ni las aficiones, tampoco los sabores ni olores, todo sirve, todo es válido a la hora de descubrir que todos efectivamente sí están vivos, y vaya que lo están.



Lila Andelizha

sábado, 18 de octubre de 2008

Arribo


¿Qué sucede Querido?
En qué andas que cada palabra cincelada
en estos nuevos pasajes, que son tan extraños en el sombrío
Enclaustramiento de imágenes, se encierran, blindados ante mi deseo…

-yo no sé qué puedo hacer para que bajes armas-

En mi mesura, he calmado tanta herida,
-a veces ni se siente-, pero esto, cariño, va más allá.
Si se ha escrito de amor, ¿Por qué ahora no lo hacemos con mantos de confianza?
No huyas, no evadas más
Yo sólo quiero de ti, tu respiro
Saberte a distinta dulzura, - de esa que pasa de la caricia a una palabra-
Ofrecer mi alma esta vez, dejando lo terrenal,
Desgarro mi cuerpo
Mis manos
Mis Labios
Los días de antes,
A cambio, me tienes libre y sincera, para formar parte de tus raíces, apoyo…

-créeme, esto no tiene doble filo-

Me remito a eso, -ni siquiera es remitirse-
Siento eso, actúo según lo que siento,
Como siempre debió ser, ¿Recuerdas?...

-No me des la espalda, que traigo dulces de miel y una canción renovada-



Lila Andelizha

jueves, 25 de septiembre de 2008

Sobre una Cama Helada


No es invisible el modo
en que ya no te busco,
ni esta manera nueva, sin fe ni mediodía
de llovernos despacio, -como gotas de hielo-,
de no ceder un palmo en medio del tornado.

El olvido es azul . Nunca termina
de convertirse a golpes en él mismo.
Se mide por ausencias y papeles en blanco.

Tras su paso, el silencio
deja detrás de sí un paisaje de ruinas,
una patria deshecha e inmolada
a los grises fantasmas de la pérdida.

El ánimo rojizo de las uvas maduras
se apodera despacio de la tierra.

Te quise. Me quisiste. Nos quisimos.
Qué fácil es decirlo cuando no queda nada,
cuando ya ni siquiera recordamos
el tacto de los sueños.

Ahora que la memoria se bate en retirada,
-vencida y silenciosa
como un niño sin cromos-,
y lo único tangible frente a nosotros mismos
es lo que ya no existe.

*Raquel Lanseros.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Sinfonía de una Mujer


Ella impetuosa, decidió rajarse las medias y subirse la falda, se embetunó la piel con esencia de flores ardientes, y unos labios gruesos rebosantes de roce. En las avenidas, por doquier iban y venían sucias palabras rojas, pero su paso era tan firme que a la vez la ira que sentía, se enredaba violenta entre el sensualismo nocturno y una mariposa que nacía del arco de su espalda. Los ojos expectantes no lograban ver que realmente ella no deseaba, sólo quería hundirse en otros cuerpos, para detener el odio, para despojarse de aquel hilo de palabras que asfixian su alma. Ella sólo estaba buscando refugio, una madriguera concupiscente, oscura, pero poseedora de exagerado placer, un respiro final y libre de culpas, una mano firme que adjunte instinto y cuerpo, ella se ha remitido al anhelo déspota del amor de tierra, expedito y concentrado. Ahí posó al fin, entre febril locura y pasión, desnaturalizada, esta vez, retenida en brazos extraños, volando constante, rítmica, sedienta de fuga. El instante mismo nunca fue tan intenso, el desconocido sació hasta el sueño más protegido, el goce tornó su cuerpo dorado y su voz cantó el éxtasis profundo de esa sinfonía lujuriosa. Ella ha bastado su ser, en una luna eterna de frenesí anochecido, derrochó hasta la última gota de sudor reprimido, desencadenando aún más fortaleza despechada, aquella que curará la sangrante llaga naciente, justo en medio de la más íntima debilidad.


Lila Andelizha

sábado, 13 de septiembre de 2008

La Buena Vida


Hay olor a flores, esas flores pasadas a muerte, asoleadas sobre trozos verdes de tela fúnebre, en el ataúd de madera preciosa y brillante, como si así el hombre muriera mejor o como si su cuerpo fuera evitado por los gusanos y cuanta micro fauna carroñera. Tampoco debo pasar por alto u omitir que me parecen absurdos los funerales y sobre todo los velorios, el hombre ya se ha ido, y por más que recen no volverá, además su alma vaya donde vaya de seguro no querrá oír esos odiosos rosarios monótonos, ni mucho menos valorará las visitas oportunas, de esa gente que sólo se acerca por compromiso a dar las condolencias a la familia afectada, que burdo, me parece mofa. Hay otros que aparecen luego de muchísimo tiempo nada más ni nada menos, que en estos escenarios, bueno, hay que decir que también eran infaltables en los cumpleaños y celebraciones, quizás tenían cosas que hacer cuando ese hombre que acaba de morir tuvo algún problema serio. La esposa llora desconsoladamente, quizás ahora asume enrabiada que deberá sobrellevar la casa y todos sus gastos, sus hijos aún no terminan de estudiar, pero poco se les verá de apoyo, siempre fueron hijos de papá. Que asco, que sínico es este momento, recuerdo que cuando murió Juan, otro amigo, asistí yo con su perro Demian en brazos, era lo único que tenía, yo sólo fui el guía del animal, aunque nunca olvidaré a ese hombre, si bien, no estuve todo el tiempo a su lado, como la gente diría que lo debe estar un buen amigo, siempre eran infaltables las caminatas por la ciudad, observando a la gente y sus absurdos movimientos, igual que los de nosotros, nada menos, un café italiano con merengue, comentarios del diario del día y unos cigarrillos de chocolate. Buena vida se daba, pero estaba sólo, eso decía la gente, pero Juan, era de esos viejos que jamás necesitó a un humano, para qué, decía, los tienes que invitar, llamarlos para el cumpleaños y regalarle cosas a sus hijos, eso, es pura hipocresía, decía con voz impetuosa, yo, estoy absolutamente de acuerdo.


Lila Andelizha

jueves, 11 de septiembre de 2008

Arco de Flecha


Las cosas son simples y un tanto duras, siempre descubres lo que deberías haber sabido primero que todo en un momento inadecuado, precisamente tarde. Ya no sirven los ideales, ni mucho menos las ilusiones maravillosas, ha pasado un tiempo, has vivido con un cierto rango de características impregnadas en la piel, que lentamente se van desnudando frente a tus ojos creativos. Es simple nuevamente, quedas petrificado, lloras, te desilusionas y caes brutalmente. Hay otros casos en los que sueles amar aun más lo recién descubierto, pero esas son las menos, estoy en esas.
Hoy se desnudó lo más hermoso que tengo y que creía tan mío e ideal, por algo netamente humano, pero que una vez más por la misma razón, fue mal concebido. Aún así, estaba parado frente a mí, con el pecho totalmente abierto, diciendo miles de palabras a la vez, como arcos de flechas ardientes en las peores batallas ancestrales. Me hería cada una de ellas del modo más impío, se clavaban en mis ojos mojados. Pero lo seguía queriendo desesperada, ahora lo deseo catatónicamente, todo se ha incrementado, mi amor y mi odio van emparejados, la cohesión falta y también la paciencia, pero ese ser que definitivamente no es para mi, ahora que lo he descubierto cual fiera en el bosque y que me parece insoportable, es Él sencillamente, se ha mostrado verdadero, sincero, es él y su identidad en génesis que disfracé en demasía, frente al alma más desiquilibrada del mundo, la mía.
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[esto se ha convertido en un Diario de Vida, ...lo evitaré]
Lila Andelizha

sábado, 16 de agosto de 2008

Castigada



Lluvia, deseo, rabia, francesas notas, ¿y qué?, ahí quedas con el prejuicio nostalgico, las horas esta vez van implacables y despacio, paradojal es todo lo que compone la atmosfera, de pronto estallaste hace unas noches, sigues maldiciendo, ya votaste toda la materia espesa y angustiosa, te vaciaste, pero quedas asi, como un día gris con olor a café endulzado, totalmente vulnerable. No insistas, son karmas, son pagas, son deudas, son chocolates, todo es igual, no estructures, no mires, y no creas, todo es igual. Qué hermoso acorde, sintamonos bien, al fin y al cabo todo es igual, aunque te sientas salmón contrariado, opositor, o aunque te sientas parte de la bandada, es asi, todo es igual, aunque quieras reir cuando se destruye una torre, aunque veas que tan verde está aquel pajarillo hoy en el árbol, todo es igual, ¿qué triste?, no, no lo es, es espontaneidad, es noción de vivir por el hecho mismo de estar, de sólo existir.






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[Fotografía: Santiago Parres, (Español) - desnudo clásico, Obra: "Castigada"]

Lila Andelizha

domingo, 3 de agosto de 2008

We are the world, we are the children


Recuerdo que desde hace tiempo no sentía tanta sensación de pregunta, tampoco había deseado tanto rebobinar la caja de vida, hasta aquellas imágenes congeladas por el tiempo frío, que merodean cual mariposa atontada por mi cabeza. Recuerdo que cuando escaseaba de años -y también de tanta cosa en mente-, me preguntaba constantemente qué se sentiría ser grande, así como todos esos niños tan firmes que observaba largo rato desde mi sala. Tenían dieciocho y por tanto, eran ya hombres grandes, independientes, se movían con cierta arrogancia y muchas veces demostraban su poder cuando nos pedían colación para luego robárnosla, cuando nos inventaban sobrenombres peyorativos o cuando nos hacían zancadillas y se burlaban de las brutales caídas.

Recuerdo que tomaba mis lápices, una hoja pulcra de cuaderno escolar y comenzaba a ilustrar oníricamente “Cómo gustaría ser cuando grande”- o quizás debiera decir “lo que me hubiese gustado ser”-, recuerdo que mis dibujos eran pertenecientes a muchos otros lugares, alejados de toda materialidad y razón. Aquella vez dibujé algo curioso, estaba yo, en formas nítidas pero más bien irregulares, a un costado de la hoja, con una mano gigante y la otra detrás, sostenía un mundo en la primera y una estrella en la cabeza salpicaba amarillo radiante, junto a mi, un montón de objetos pequeños grisáceos, aclanados, vibrantes, como una multitud en un solo sentido.

Recuerdo que tomaba desayuno todos los días, me vestía con calma y ligereza, despertar era fácil, tomaba la mano de mi padre y con una tonelada de energía fresca caminábamos hacia el colegio hablando de lo increíble que podía ser el futuro si uno estudia. Allí mostré mi dibujo a mi querida profesora, ella sólo miraba algo preocupada y me decía un sencillo hilo de palabras “está muy bonito”, pero nunca entendí la razón del trasfondo oscuro y temeroso entre sus ojos maternales. Cuando estaba en casa aún poseía tanto o más entusiasmo, recuerdo que cuando mi madre me decía que debía hacer las tareas, iba sin mayor problema, me sentaba y abría el libro, -siempre llegaba a esto-, me daba cuenta de que sabía como hacerla sin necesitar de la ayuda de nadie. Mi ánimo subía más y también la pintura ególatra de niño en la edad del “yo soy el mejor y el centro del universo”.

Recuerdo que al llegar la tarde asumía el paso del tiempo, aún así podía detenerlo hasta extender un segundo e impregnarlo en cada vestigio de imaginación, bastaba solo ser niño para pasar un verdadero siglo jugando y creando, bastaban un par de objetos sin relación entre si, bastaba la diversión, la simpleza, la alegría, las ansias, la curiosidad, pero por sobre todo, bastaba solo la vida.

Recuerdo que cuando crecimos, jamás nos dimos cuenta de que todo se ha reducido, que comenzamos a conocer otras formas, que ya no existen espacios para correr, algunos morimos atorados en el reloj, otros se quedaron postrados esperando que la suerte les brinde un destino a su puerta, hay algunos que desconocen su identidad y poseen enormes vacíos en su centro, existen los que se pierden y los que creen, existen los que cambiaron juguetes por incertidumbre, existen los que tienes dieciocho con claridad y existen aquellos que aún no ven nada más que su propio miedo. Existen los que se quedaron enredados en los dibujos infantiles, existen los que se creen grandes, los que quieren ser niños, los rebeldes, los perezosos, los luchadores, los despistados, los despreocupados, los que no toman desayuno para no llegar tarde, los que no pueden salir de la cama por las mañanas, los que odian, los que guardan resentimiento, los que olvidaron su infancia o no la tuvieron, los que hablan, los que callan. Nunca nadie nos advirtió que la velocidad del tiempo es impensable, y a veces aterradora, nunca nadie nos dijo que nuestros dibujos eran sólo sueños de niños, nunca nadie nos habló del lugar donde realmente vivimos, fuera de filtros ingenuos, nunca nadie nos dijo que nos transformaríamos en Zombis de ojeras profundas, en un cúmulo de interrogantes, en total adversidad y en total vulnerabilidad. De pronto tienes dieciocho, de pronto eres adulto, y estás parado en el límite, revisas los pasajes de antaño, y te preguntas ¿Ha servido todo esto para lo que viene?, luego te detienes, suspiras y formulas: ¿Qué demonios es lo que viene?, y es aquí cuando vienen esos maravillosos flash back que proporcionan un cierto alivio falso .De pronto tienes dieciocho y te sientes aún de diez, como para justificarte, de pronto cae la realidad sobre tus hombros, pero ¿Qué puedes hacer?, aún te sigues sintiendo de diez.

miércoles, 16 de julio de 2008

Ave


Un espectro azul ha posado hoy en mi ventana, sutil, frágil, inesperado, suave, sabía a mañana remojada en neblina. Tomaba forma de ave, con plumajes dorados, un realce del águila imponente de la montaña, hasta un polluelo indefenso. Pasaba a hablar de lo intenso, de lo amargo de su vuelo prometido, de lo difícil que es cantar para las lluvias y danzar hacia el sol. El viaje fue duro, pero el ave fantasmal encuentra su tesoro cuando rompe el sosiego, cuando ya ha guardado kilómetros de vía por los cielos y muchas heridas en el cuerpo. El corazón de mi ave visionaria es como el huevo que se acurruca en la rama, vulnerable, indefendible al depredador y a la eterna caída al vacío. El espíritu del libre volátil es cálido como cuando el candor de las alas maternas se arriman compenetradas. Vino a susurrarme con la certidumbre a su favor, al oído sentí su calor, que por donde anduvo ha traído consigo un pasaje de historias de amor, hoy me ha confesado que se rebosa en nuevos aires y la fuerza ha rejuvenecido en su alma, que el amor encontrado en sus cielos ha podido pintar nuevamente la imagen de la vida, ha sabido devolverle la sonrisa, que hasta el paisaje se torna más verde con el paso de su despegue. Ave mía, ave armoniosa, los espacios serán más nítidos contigo en mi piel, sé el reflejo de lo vivo, se el ángel que habite y llene de luces la próxima tierra, impregna tu alegría plena, déjame convertirme en tu impulso, porque quiero escribir esta historia sencillamente haciéndola propia.
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martes, 15 de julio de 2008

Palabrerío en el Everest



Decidida, plasmada, arrogante, incoherente, despistada, enfurecida, apasionada, impresionada, desaforada, luego de un quejido de garganta -algo tan humano como eso- me dispongo a enlazar letras, junto con un diccionario de redondas palabras cohesionadas, ensimismadas, brillantes, prodigiosas, dignas de nuestra lengua, porque vibran en la creencia de que con ellas es posible alcanzar la cúspide del majestuoso de los Himalayas, o embellecer aún más la luna fulgurante de los enamorados, descifrar la impetuosidad, el desplante de lo que es amado, deseado, odiado, o también la sencilla definición del todo. Obtener la desnudes de lo tangible, frente a las ideas, despedazarlas, exprimiendo sus particularidades, estimulando la divina imaginación, el don, el privilegio de la humanidad. Hablar gozando, hablar sintiendo, hablar entregando parte de uno mismo, explicando, diciendo, enseñando, conversando, preguntando, respondiendo, maldiciendo, describiendo, recordando, amando, analizando, defendiendo, argumentando, refutando, afirmando, declarando, queriendo. En el sentir está la magia de la voz, hay palabras simples, hay frases simples, hay te quieros simples, hay sinceridad, hay repuestas complejas y hay verborrea también, pero cuando se siente, se hace propia la utilidad de las letras, se une a la piel, sencillamente son expuestas, son puras, son reales, y pueden provocar lo que se quiere provocar. Yo quizás en tanto me contrapongo o me doy cuenta de mi propia inconsecuencia, busco palabras nuevas y busco enlaces armónicos, juego y estallo de felicidad uniéndolas, coloreándolas, destruyendo sentidos o tal vez hallando el propio dentro de sus énfasis, lo sé, hablo de simpleza y de sentimiento, pero me enloquece tenerlas entre mis manos, me descontrola poseer la facultad de darles forma, de expresar todo lo que quiera, la belleza y el misterio, el trasfondo, lo implícito, la metáfora, la dirección, la ironía, el destape, el desahogo, la verdad, la locura, la espontaneidad o la gran elaboración. Yo sinceramente me revuelco entre sus posibilidades, para mi las palabras son las cálidas plumas de la almohada, son el sueño más reiterado, son la escalera a las nubes o al infierno, son la ventana a otros espacios, son mi medio para decir que te quiero, o para pintar lienzos de experiencia, plasmar todo, confesar, recordar, desvestir la vergüenza, decirlo todo, escribirlo todo, borrar todo y volviéndolo a escribir, publicarlo o esconderlo, o poniendo un exquisito punto suspensivo o tal vez uno final, si, entre comas y tildes, esta vez es decisivo.
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jueves, 10 de julio de 2008

Gracias y Odio



Todo el temor que corrompe el cielo, cuando está gris pero amontonado de pedazos azulados, de qué sirven, dirían, pero los conservo para no detenerme. Es tan contradictorio representar sin ser representada, por el escudo o por concepto, al final todo sabe a subreal, todo para esto, no es lo que se espera de la nada, ni de la inercia, tampoco yo soy, yo sigo siendo la nada. Lo que me inquieta realizar es infundado, es misterioso, es paradojal, es aberrante, es insignificante. Estando, pues claro, estoy, pero no de alguna parte, sino, sólo oliendo a refugiada. Es como creer en algo que prescinde de fe, algo tan quebrado, indeciso, deforme, algo tan humano a la vez. Etapas, dicen, locura predicen y no aparece el pilar que discierne de mi postura, el que la corrobore, es ya aún más idóneo. Iré, iré a buscar esa fase de voz en alto y aquellas palabras persuasivas, iré, pues, a mentir tal vez o a decir lo mismo que han dicho muchos, pero iré para pisar la tierra, para aprender, iré para absorber mediocridad y así morderles la mano cuando se haga el retorno.

jueves, 26 de junio de 2008

Dijo desterrada


¡MALDICIÓN!
- “Hoy una vez más se comprueba que las ideas volátiles se caen despedazándose en el mismo cielo, sangrando, desparramadas, maltrechas, adoloridas, acaban, golpean, pero suave, pues no llegan enteras al pavimento. Manipulaciones baratas y discursos mal hechos, ¿hay algo peor?, ¡es que trastornan todo lo cohesionado!, jamás se devuelve la mano y nunca miran a los ojos. ¡Malditos poderosos!, ¡Malditas jerarquías vacías!, y a ti, ¿Quién demonios te pidió la palabra? Las cosas son simples, son o no existen, pero ahora que carecen de legalidad mediocre y aprobación, digo que las mentiras reinan y los sabios se suicidan, que los callados vagan y las palabras no son valuables, que las razones son egoístas y el acaparar tanta verborrea hermosa te pudre la lengua. Si no son capaces de sostener el principio, el fin es ese, la desdicha, el repudio y el extermino de las almas creadoras y lamentablemente también creedoras ingenuas”-, Con aires desafortunados dijo desterrada de la esperanza, una vez más maldiciendo.
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lunes, 23 de junio de 2008

Proclamo a la Inercia


Cuando pienso en el que hacer, en la gran masa de ocupaciones, que más encima de todo lo que puede tener color de imposición, lo es y lo forjo voluntario. Hago tanto, creo tanto, juego tanto, vivo tanto, que tal vez no me alcanzan los brazos para abrazar. Llego cansada hasta la última gota de energía, llego sin voz, sin aire, sin luz, llego moribunda, llego feliz. Todo lo creo necesario, todo lo veo encajado, todo compone el todo y no hay otra razón por la cual venga la felicidad exhausta. Los memoriales, los minutos, los segundos, los momentos, son todos los almacenes de las ansias, ahora, si el remolino giratorio se detiene por manos de terceros, y por tanto dejo de funcionar, la fugacidad se acumula a millones de revoluciones; a mi, me trae consecuencias, es aterrador no canalizar las ideas y la desesperación metamórfica. Luego me dispongo a girar, haciendo un huracán de avasallamientos, un derroche de cohesión, un saco ostentoso de frases disonantes, me falta el aire, me tropiezo con las palabras y todo se asimila al revés. Me creen en consecuencia impulsiva, agobiante, agresiva, desaforada, pero ¿Qué más puedo hacer sino enloquecer de represión?, ¿Qué más me queda hacer sino atropellar la serenidad exasperante de la multitud?, es que si ellos no seden a la actividad, muero en plena existencia, perezco por lo coartada. Pido una concordia abnegada para con mi inquietud, algo que sepa a comprensión humana, pues por ustedes se mueve mi pedestal, la fuerza, la convicción, el afán, la consistencia de vida y un norte inmutable que retoma razón...

miércoles, 11 de junio de 2008

Eres



… Y seguirás preguntando: ¿Por qué eres mi gran misterio?

Es que eres mi gran misterio, por la extrañeza de las situaciones y de su contexto improcedente; por el paso del tiempo y su real noción, por las palabras peligrosas, los acertijos extaciantes y un gran secreto que albergas bajo esa sonrisa inherente. Yo en tanto vuelvo mi norte, ya que la imagen - esa magnificencia de la espontaneidad substancial- que brotó para concebir tu ser en aquella vez que el camino dio paso a un visitante oportuno, en ese camino, mi propio camino… es indeleble en cualquier lugar de mis horas. Discernible es el efecto de tus palabras, hace que la intriga sea ilusoria, al menos así ésta alimenta mis ansias por descubrirte y no censura la curiosidad. Quiero reaccionar sin dejar de sentir, quiero arrimar mi piel a lo mutuo, quiero dar y entregar lo absoluto, aferrarme a lo que hoy creo posible, simplemente hacer de ti mi constante energía. Permíteme encontrarte, sin comparar el ideal de mis sueños, solo complementar el anhelo de la perfección y encontrar conexión entre el deseo y la realidad. Déjame enredar la ternura y la convicción, sólo concédeme candor y confianza.

sábado, 31 de mayo de 2008

Mariposas

Es la misteriosa condena del que desconoce su origen, aquella que nos manipula entregando libertad irreal y pasajes trascendentales. Aquella que con su paso sumiso, blanqueado y silencioso confunde la noción del ignorante de afecto. Es hoy claramente el comienzo de la inexistencia total de simpleza alguna, los ojos se han vendado luego de la tortura idealizada, luego de vivir por matar el tiempo impuesto, luego de olvidar que a pesar de toda la maleza incoherente está y habita el sentido. Cuando un cuadro se destiñe la vida pasa a segundos niveles y sin más que dar se entregan a la cotidianeidad.
Es el fin de la historia soñada por mí, es el fin de lo que creí. Ante cualquier propuesta de andanza está la paciencia, está la verdad y es así como yo he decidido matar mi vida. Para esta alma es vivir para sentir, creer en sentir. Mis metamorfosis van más allá del hacer de mí un ente mejor para todo aquel que crea en moral, suelo pensar en respirar estas verdades propias, crear y crear. Jamás limitaré a estar dentro ni fuera, tolerar es lo que queda y apreciar todo lo que para mi sean los colores más hermosos de una acuarela o las melodías mas profundas de una tarde. Vuelve luz vuelve, te vi hace unos instantes y algo se quebró acá adentro, la debilidad estaba en mis manos y la resistencia de acariciar un todo que me hacia retroceder en lo más hermoso de alguna vez. Tal vez me reprimiré hasta que un día abra el cielo y sepa que cualquier cosa será real desde ahora que ha resucitado el sabor de lo recíproco.

viernes, 11 de abril de 2008

Expreso para Mi:

(Reflexión espontánea y carente de coherencia quizás para el oportuno lector, escrita en una Clase de Filosofía cualquiera)

"...Falta sinceridad, respeto mis ganas de mostrarme mejor, para y por los demás, quizás ser mas limpia y brindar todo mi blanco, ¿Estará bien?, no lo creo, es bueno proponerse un cambio, pero antes mi esencia debe caminar tranquila, ¿Lo está en estos momentos?, no, otra vez puedo asegurar que me falta algo, es decir, ahora estoy pasando por la mejor etapa de mi vida, disfruto de cosas simples, tengo buenos amigos y mi energía trabaja en conjunto con mi creatividad. ¿Qué no tengo?, nada, lo tengo todo para ser feliz, pero siempre hay algo "Más" en mente, quiero estar plena, no solo feliz sino completa, tener una pieza más de seguridad. ¿Dónde la consigo?, ni idea, bueno para decir verdad hay una baraja de supuestos pintados de ilusiones y sueños, nada tangible, nada cierto, definitivamente un panorama aterrador. ¿Cómo puedo saberlo?, porque siento que alguna vez lo tuve todo, bueno más de lo que tengo ahora, en cuanto a lo que me intriga, pero a la vez deseaba lo que tengo hoy, ¿Se puede tener lo que uno considera un todo?, ¿Está bien desear tenerlo?, sé que este tiempo ha sido mi karma, he pagado ciertas deudas pasadas con nuevas metamorfosis, moldes que no conocía y un toque de pureza y sinceridad, pero absoluto aprendizaje. Ahora que conozco otros andares quiero probar con experiencias y creer que realmente puedo no ser la misma de esas ocasiones, ¿Podré lograrlo?, ¿Será lo correcto?, ¿Debo dar una prueba final?, ¡Necesito señales! y una carta con letra tangible, no me interesa lo temporal, quiero comprometer mis horas y sentir algo de responsabilidad...

Quizás deba ir a buscarte definitivamente..."

miércoles, 2 de abril de 2008

2 de Abril


Lloro, lloro de felicidad, de reproche, he tenido todo y a veces no sé valorar totalmente las situaciones y lazos importantes. Me siento aun más egoísta, me siento con una desilusión quizás un poco enfermiza. ¿Por qué todo ha tenido que ser así?, pienso que el arrepentimiento y la lección han llegado un poco tarde, siento que nadie me lo perdonará. Ahora solo quiero seguir en este proceso, cambiar y cambiar, comprender, escuchar, dar, regalar, hacer por y para el resto, lo mío es mío y la multitud necesita más de mí de lo que imaginaba, soy implícitamente considerada, y odio darme cuenta ahora.
Vivo en lucha constante, me creo consecuente y capaz para llegar allá donde veo plenitud, donde veo paz y claridad, después de todo se lo que quiero, pero me ha costado más de unas cuantas crisis, ahora hace unos instantes recuperé fuerzas, hubo palabras sinceras, mágicas, ¡que buena gente! y yo sin apreciar absolutamente nada.
Es hoy la continuidad del todo, de ese final que quiero palpar, aquel que marcará el siguiente comienzo, es tarde, pero no por eso imposible.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Me pasa


Me pasa que me deshago de las ropas de mañanas así como corre el agua por mi pecho, me pasa que me motiva la idea de comenzar otras horas, me pasa que me empapo de energía cuando abro el cielo para ver si hay sol o nubes, o simplemente es un día.
Me pasa que camino en blanco, en dirección común, igual que ayer. Me pasa que oigo nuevas ideas, me pasa que pasa un minuto y no sé por qué.

Me pasa que el alba se va rápido y que mis cabellos caen cada vez más débiles, me pasa, si, me pasa que vuelvo a mirarte a los ojos o vuelvo a recordarte y comienzo a olvidarme de lo blanco de hoy en el amanecer.

Me pasa que me mezclo con el reloj y parezco del color rutinario, queriendo no tenerla, me pasa, que me haces imposible y me haces vivir entre amor y fastidios.

Me pasa que sus palabras me llegan veloz y sin piedades, me pasa que me vuelvo de vidrio, demasiado transparente pero frágil como plumas. Me pasa que me encierro, lloro sin cerrar ni dejar caer lágrimas.

Me pasa que me consume el resto, me pasa que me voy durmiendo lento en mi piso, me pasa que necesito desaparecer los tiempos aun así habiéndolos deseado.

Me pasa que me dan ganas de estar contigo o simplemente tomar una melodía, me pasa que quiero esconderme en mi cama o correr por el pasto. Me pasa que quiero volver a pisar infancias o soñar sueños sin convertirlos en torturas.

Me pasa que me detengo y no recuerdo nada…

Me pasa que mañana tendré que despertar quizás para lo mismo o quizás para siempre.

viernes, 4 de enero de 2008

Cuando perdí de mi.




Es en esa necesidad de sentirme en paralelas, de desconectar cables de la gran maquinaria, mirar parcialmente lo que viene junto a mi, como siendo indiferente, fija mirada, ideas permanentes, un poco de decaimiento, pero nunca tocando el fondo, ahí me siento libre.

Ahora me convenzo de que esto tiene buen final, tengo que ser individualista en muchas ocasiones, así esto se torna en paz.
Trato de inyectar energía como concepto, me ha servido, así además creo que todo se mueve bien, que plástico parece esto, ¿verdad?, es como lo estoy dibujando ahora, esta alternativa se presenta cuando ves y escuchas demasiado, cuando callas.

He mirado por sobre mi mirada, y me he dado cuenta que estuve girando mal, al revés, creando vientos ¿de qué?...de nada, sólo creí, eso pasó, creí demasiado.

Volé y estuve en numerosos viajes, en ellos he rescatado pedazos.
Con ellos haré otro muro, pero no olvidaré la puerta como antes.
Es necesario estar y no estar, sobre todo en este nuevo que comienza a trazarse entre mis talones.

En el espejo guardé muchos deseos, todos ellos blancos y negros, algunos ni siquiera los recuerdo, pero algún día los necesitaré, cuando este todo como quiero.

Mi tiempo será sagrado, dedicado a mi, si, seré yoista, y no me interesarán los demás, nada.

Me siento atada a la liberación de mi integridad.

Eso haré

Así se ha dicho.