sábado, 13 de septiembre de 2008

La Buena Vida


Hay olor a flores, esas flores pasadas a muerte, asoleadas sobre trozos verdes de tela fúnebre, en el ataúd de madera preciosa y brillante, como si así el hombre muriera mejor o como si su cuerpo fuera evitado por los gusanos y cuanta micro fauna carroñera. Tampoco debo pasar por alto u omitir que me parecen absurdos los funerales y sobre todo los velorios, el hombre ya se ha ido, y por más que recen no volverá, además su alma vaya donde vaya de seguro no querrá oír esos odiosos rosarios monótonos, ni mucho menos valorará las visitas oportunas, de esa gente que sólo se acerca por compromiso a dar las condolencias a la familia afectada, que burdo, me parece mofa. Hay otros que aparecen luego de muchísimo tiempo nada más ni nada menos, que en estos escenarios, bueno, hay que decir que también eran infaltables en los cumpleaños y celebraciones, quizás tenían cosas que hacer cuando ese hombre que acaba de morir tuvo algún problema serio. La esposa llora desconsoladamente, quizás ahora asume enrabiada que deberá sobrellevar la casa y todos sus gastos, sus hijos aún no terminan de estudiar, pero poco se les verá de apoyo, siempre fueron hijos de papá. Que asco, que sínico es este momento, recuerdo que cuando murió Juan, otro amigo, asistí yo con su perro Demian en brazos, era lo único que tenía, yo sólo fui el guía del animal, aunque nunca olvidaré a ese hombre, si bien, no estuve todo el tiempo a su lado, como la gente diría que lo debe estar un buen amigo, siempre eran infaltables las caminatas por la ciudad, observando a la gente y sus absurdos movimientos, igual que los de nosotros, nada menos, un café italiano con merengue, comentarios del diario del día y unos cigarrillos de chocolate. Buena vida se daba, pero estaba sólo, eso decía la gente, pero Juan, era de esos viejos que jamás necesitó a un humano, para qué, decía, los tienes que invitar, llamarlos para el cumpleaños y regalarle cosas a sus hijos, eso, es pura hipocresía, decía con voz impetuosa, yo, estoy absolutamente de acuerdo.


Lila Andelizha

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