domingo, 22 de marzo de 2009

Experiencia Platónica

Expectante al arribo en puerto.
.


El perfecto ladrón. Se robó mi atención, mis horas, mi energía y toda mi dedicación. Lo busco, lo busco, no llega, no veo. Se escapa, escabulle como roedor entre las matas. Sin nombre, sin el habla, pasa de ser una sola imagen a guiar mi propia vida. Cuánto se contempla, cuánto se te observa con la boca entreabierta, como esperando un beso de mañana.

Sabré pronto de ti, quizá luego no resista y me decida a aparecer en tu día, sería algo inquietante, demasiado imperfecto. Todo lo que sueño y deliro es imperfecto. Mi deseo es el oportuno reflejo, como piel de esta realidad, pues está de día y de noche, en soles y nubarrones, en lluvias, truenos, o medianoche, ahí está también tu rostro en mi luna de colores, sobre sueños y tibios reproches.

Escribo a diario por tus ojos, como configurando aquel idílico caminar por un bosque, cuando sabrías mi nombre y dirías que me esperabas de siempre, en algunas veces que mirabas a escondidas.

Eres parte de mí desde un antes que se construía en subsuelo, creando una figura absoluta e irreal, algo semejante a una divinidad, mi propia luz de tiempo onírico. Tejiendo poemas, y desterrando pasados caídos.
Espera, el vuelo de un momento al anhelado apogeo del sentir si quiera tus manos, es apuesta segura, es perdida de razón y voz por un susurro sincero, amor mío te llamará lo que me queda de cordura, pues el resto de locura arma de ti un libro eterno.




Lila Andelizha