domingo, 6 de septiembre de 2009

De alguna vez.

(quería dejar registro de este escrito en este espacio)

Querido:

Debo compartir mi deseo.Correr el riesgo sería interesante, volver a mirarte, pararme de frente, mostrarme nuevamente dispuesta a ti y a tus manos, sin pudores, libre, -eso si-, bien libre y sin ataduras. Como para matar el sentimiento, -digo yo- de una buena vez y con algo de pasión mundana, quizás es por eso que dicen que en batalla del bien y el mal, triunfa el mal cuando a uno le deben o roban algo; eso desintegra el buen pasar, el buen pensar y el amor en ocasiones. Que fácil se ve todo de esa manera, sería interesante volver a nacer bajo la luz vengativa de aquellos tiempos en los que todo temía bajo mis tacones, ahí me hacía notar cual loba defendiendo a sus crías, bajo lunas redondas, no la de los enamorados, si no la de las noches envuelta en aromas concupiscentes.


Que más da, lo acepto, extraño esos sábados tibios, bebiendo Martini en aquel bar, nuestro fiel cómplice de fugaz ardientes, nuestro encuentro aparentemente casual, siempre a las nueve, yo con sombrero rojo, de lazo grueso y vestido del mismo color a media pierna, tú con traje de lino color capuccino, unos ojos verdes que devoraban mis caderas, y el humo de tu cigarrillo difuminaba algo de pasión para que la gente no nos delatara. No le hacíamos mal a nadie, huíamos en el más profundo secreto, a dos cuadras del bar, el pequeño motel oscuro nos recibía sin tomar en cuenta nuestro único pecado, el amarnos descontroladamente.


Nunca volví a vivir mañanas así, contigo tejido a mi cuerpo, impregnados de sudor, vertiente de placer, olor a café y merengue, risas delirantes y un día entero para olvidarnos.Yo te amaba, tú me amabas, pero quizás éramos demasiado huraños para abandonar nuestras vidas revueltas y convertirlas en una sola, así como lo hacíamos en piel y alma. Pero no estuvimos dispuestos a decirnos nada, sólo besábamos para mantener el candor latente a nuestro próximo encuentro, pero palabras de las que se lleva el viento, no se emitieron jamás.


Pasaba el tiempo, y nada rompía la rutina, excepto porque acá adentro, cada vez crecía más la necesidad de tenerte a mi lado, ya no podía dejar de pensar en tu ser ni un solo segundo, te quería conmigo, te imaginaba por las calles, y comenzabas a adherirte en mis pasos, ya un día no me servía para olvidarte, enloquecía de amor, y me asustaba a la vez, no podía estar enamorándome, yo no nací para eso, me había jactado de ser buena amante para toda la vida, pero esto era distinto. Y entonces comencé a no querer tus manos acariciando mi pecho, más bien soñaba con tu boca diciendo un te amo, ya no anhelaba desmedidamente tu respiración exaltada sobre la mía, quería un suspiro provocado por el simple roce de mis manos a las tuyas.


Mi vida se tornó tortuosa, los sábados eran amargos, los esperaba ansiosa, pero una vez en esos momentos, me daba cuenta que tu no sentías lo mismo que yo había descubierto, tú seguías mirándome como medio de liberación, seguías sujetando fuerte mi cintura contra tu cuerpo en vez de acariciarme en la mejilla, seguías llamándome por mi nombre, y seguías adulando mis vestidos porque te parecían provocadores. Mientras, yo, me tragaba mi propio llanto y este sentimiento tan extraño, pero te tenía de todas formas, y temí perderte definitivamente si al menos una palabra se arrancaba de mí.


Pero lo siento, nunca lo pude evitar, el sexo comenzó a ser distinto, la luna era diferente. No podía fingir, me estabas matando, tu deshacías tus rebeliones contra el mundo incomprendido entrando en mi carne, pero yo olvidaba el frenesí cada vez más, y lo transformaba en un amor tan profundo que se alimentaba como fuere sólo con tu imagen ausente.


Un día, te lo dije, ¿Recuerdas?, ‘ya no siento lo mismo de antes, te quiero amar de otra manera, quiero una vida contigo, viajar, y bailar enamorados por las calles, quizás tener hijos y vivir en paz eterna, alejados de la ciudad, te amo, te amo, te amo, con mi alma, con mi ser, me has devuelto el sentido, y a la vez me enloqueces...’, hubo una pausa compleja, me mirabas más que atónito, como si hubiese enloquecido de golpe, y me dijiste con una voz dulce, pero casi burlesca, ‘lo siento querida, pero yo no estoy hecho para eso, esos son sólo sueños de niña, pensé que tu serías distinta, no sé cómo pasó esto de verdad perdóname, pero yo me iré lejos, demasiado lejos’. Y así en ese momento abandonaste tu copa, la mesa de años, el bar de nuestra aventura, dejaste a la mujer que sació tu sed, vestida de rojo y sombrero, con una lágrima deslizándose, sin duda, la más dolorosa que haya brotado en mis vivencias, ahí me dejabas, ahí me olvidabas y sellabas la historia con broche de acero, un recuerdo más, una mujer más o una menos, daba igual, eras fuerte, y tenías lo que querías a penas lo pensabas; desearte suerte era en vano, eras un hombre afortunado, y yo una mujer que acababa de perderlo todo por enamorarse de pasión y libertad.

Han pasado nueve años, mi vida ha sido de la misma manera, uno tras otro, amorío tras amorío, tratando de quitar mis penas, tratando de remplazarte, pero ha sido inútil, será la única y última vez que me enamore por el resto de mi vida, porque me robaste el amor, tú te lo has llevado contigo por donde quieras que hayas estado todo este tiempo, yo en tanto, reparé mi equilibrio poco a poco, pero este vacío jamás se volverá a completar, jamás.


No quiero reprocharte, el error es evidente, pero diré que fueron las circunstancias, créeme que te odié los primero años sin ti, por haberme quitado la luz de mis ojos, por privarme de amar nuevamente, pero hoy te vi en la plaza, junto a la fuente, sentado con un grueso libro negro, nunca imaginé que volverías a esta ciudad, por poco me resignaba a no volver a verte jamás, pero hoy el pasado se personificó frente a mí y temblé de emoción como una niña, pensé en hablarte, pero no lograba idear nada para decirte, así que te observé largo rato y lloré en silencio, pero no era dolor el que se manifestaba esta vez, era alegría pura, eran bellos viajes hacia las primeras noches en tus brazos.


Decidí seguirte, hiciste la misma ruta nocturna: del Bar hacia el pequeño motel escondido entre árboles un par de avenidas más abajo, caminabas lento, como reanudando escenas, pude darme cuenta que llevabas una flor, un hermoso clavel rojo, no quise especular más allá de una visión como mera espectadora, pero sentí nostalgia en tus movimientos, demasiadas pausas para contemplar los lugares, -aquellos que fueron testigos de nuestras hermosas siluetas jugando a ser dueños del mundo y brincando de locura-, me provocaron una irresistible ansiedad por saber que haces por aquí. Llegué rauda a casa, y quise escribirte, -a fin de cuentas me expreso mejor en letras-, y me dirigí al hotel donde te hospedas, allí casi me descubres cuando introduje esta carta bajo la puerta de tu habitación, pero ni te imaginas la emoción que me produjo todo este día remojado en pasado.


No te miento, quiero verte desesperadamente, y sé que tu también quieres que el destino intervenga sobre nosotros y nos reúna casualmente por los mismos sitios que nos vieron pasar hace tantos años, pero esta vez querido, te advierto, yo seré el destino.Te espero mañana a las nueve en el bar de siempre, vestida de rojo y sombrero, una copa y la misma música esperando nuestro baile. Pero pon atención en lo siguiente, Si llegas, te quedas para siempre.



Eternamente tuya
Rossana.
*
.
Lila Andelizha

5 comentarios:

  1. hola, aca de nuevo en tus tierras, haciendome un paseito en la web y deteniendome a leer lo que escribiste, esta buenisimo, parece de novela, cuando sacas un libro?, saludos!!! buen post

    ResponderEliminar
  2. Eso lo recuerdo...
    Recuerdo que lo imprimiste y me lo pasaste y que te conocía a fondo en ese entonces.. y tú a mi.

    Recuerdo también decirte lo mismo que pensaba decir aquí, pero por eso, mejor recordar que cualquier cosita.

    Recuerdo...
    Que te amé desde el primer momento que te vi, y te escuché, ahí cantando esa canción que se transformó en nuestra linda amistad, si, era los Momentos.

    ResponderEliminar
  3. la mejor imagen para comenzar una frace, el mejor artista, leonardo mi favorito!!! digno de un poema, raro pero un genio!!!

    ResponderEliminar
  4. Ay!... que pasión más grande la que se plasma acá... es realmente fuerte... como el remedio y la enfermedad, o textual del escrito;

    "me has devuelto el sentido, y a la vez me enloqueces."

    Es curioso pero el número nueve en el Taror es el ermitaño... la soledad, introspección y la reflexión... este post te lo dejo un 9 del 9 de 2009... sin querer... te seguiré leyendo...un abrazo y te invito a mi espacio; Claudio.

    ResponderEliminar
  5. Javi..
    me estoy deshaciendo de pena
    te mando un mail

    ResponderEliminar