lunes, 5 de octubre de 2009

SocioCorrosivaMente


No sé si fueron los psicotrópicos que estoy tomando, producto de un cuadro de estrés cervical, pero me pareció al cruzar la avenida, ver en las manos de un joven sujeto una cortaplumas abierta, latente de ataque. Vestía polerón blanco con capucha, le quedaba enorme, al igual que sus pantalones, que en la mitad del trasero caían pesados. El tipo cruzaba la calle conmigo, pero más adelante, de pronto con todo lo que imaginé un pseudopánico me arrasó por las venas, hasta que un grito irrumpió la escena y la desmoronó brutalmente: “-¡Papito!, ¡papito!, ¡llegaste!, ¡te quiero!”. El Sujeto corrió al encuentro del niño, su hijo, más atrás su mujer -muy joven también- sonreía perfecta, y lo abrazó como si no lo hubiese visto en años, y un gran beso reverberó en mi sucia mente. Pasé rápido por el costado de aquel cuadro desgarrador, luego voltee y en su mano lo que había era un chocolate cubierto de papel brillante, que era ntnregado en las manos del pequeño, como sellando un hermoso vínculo de amor y familia.

Reconozco el sucio prejuicio.
Reconozco el sucio prejuicio.
Reconozco el sucio prejuicio encarnado en mis entrañas, como una uña lo está también entre mugre y bacterias en descomposición.

¿Qué creer?
¿Qué ver?
¿Qué...?
*
.
Lila (Avergonzada)

1 comentario:

  1. ooh

    es como la imagen que has puesto...

    me creeras? tengo un cuadro de estres!
    que gracioso

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