viernes, 20 de noviembre de 2009

"De lo más lindo que hay"

No tengo nada que escribir. La verdad, no, no es cierto, o no es tan así. Tengo más bien, unas cuantas –o bastantes- huevadas para explayarme (léase con ‘yeísmo’ y bien popularmente) pero no tengo ganas de hacer una narración, ni de buscar palabras bonitas, o usarlas de alguna manera especial (que alguna gente encuentra repugnante). [Pfff...] Y de esa manera menos ganas me dan. Pero el punto capital es eso, no quiero escribir cosas lindas, pero esto que hago ahora tampoco es lo uno ni lo otro, puesto que no son más que puras tonterías sin gracia. Pero aún así, parte de las bobadas que tenía en mente para escribir esta noche de viernes, ciertamente era algo como esto, es decir, como nada, o muy poco interesante. Además la idea también de estos relatos imbéciles es que un oportuno lector, o sea usted, se sienta mal, claro, por estar perdiendo el tiempo mientras lee este misérrimo palabrerío. Ahora bien, ya que estamos en esto metidos hasta la mitad –por el momento- continuaré con más de lo mismo, pero tal vez sea progresivo y alguna cosa digna podría salir. En efecto, como se supone que continúo puedo decirle, sí a Usted, que son las 20:52Pm, de un día Viernes demasiado otoñal para ser noviembre, y demasiado rápido. Por lo demás lo comencé muy temprano, a eso de las seis y treinta de la mañana estaba tomando un nutritivo desayuno (una taza de café con quince gotitas de sucralosa). Tuve una descompensación ligera, nada terrible, algo de nauseas y alguna que otra ‘apagada de luz’ mientras estudiaba en el casino de la Universidad, pero salí airosa, mal que mal estaba en un lugar con comida y azúcar, por sobre todo azúcar. La prueba fue un éxito. Pero alto, paremos un momento, esto si que resulta aburrido, ¿cierto?, tal vez hace falta lo de siempre, como por ejemplo unos cuantos versos maltrechos que haré ahora de manera instantánea a modo de seguir a mi conciencia cuando está toda revuelta y llena de inquietudes…

Caballos blancos corren en la selva
Selva de mi cabeza que oscurece los ojos
Ojitos bellos, esos que traes por las tardes
Tardes que espero que no sean sólo sueños
Sueños que creo ciertos cuando quiero
Quiero ver mis manos y las del mundo
Mundo que a veces no está hecho para uno
Uno que siempre cree estar fuera de este
Este silencio que existe y mueve la calma
Calma que falta cuando no sé que pasa
Pasa que las cosas se enredan y se atan
Atan las respuestas bien firmes
Firmes son las dudas y también los sentimientos
Sentimientos que huyen muy, muy lejos
Lejos donde mi razón no quiere andar
Andar es alejarse de lo más seguro
Seguro ha sido soñar tantos años
Años que seguirán en mi pecho bailando
Bailando la vida se pasa


Ya ni recuerdo que mencionaba antes, pero no leeré, debo seguir tras la corriente de la conciencia. Quiero decir que siento muchas cosas hoy, estoy en las puertas del infierno, pues, hay una tonelada de cosas que caen de prisa a mi presente, entre los deberes, entre los desajustes, entre mi enclenque metabolismo, entre infinidades de dudas y temores, siempre con temores, siempre con especulaciones, siempre con ideas que no sirven, siempre esperando. Sin embargo, entre los “entres” nombrados, hay uno sólo que me quita el sueño, pues, los otros sólo me complican un poco el día, son ‘normales’ por decirlo de una manera bastante poco verosímil. No indagaré en ese asunto, sólo puedo agregar que soy una mujer desafortunada, o bien, demasiado ingenua (que es lo más probable a mi edad prematura).

¿Qué sigue?, la verdad no quiero aburrirlo, (bueno otra vez esa fue una mentira). Es más, le diré que yo escribo ahora porque “¡ ostia tío que he dicho que me da la jodida y puta gana coño! eh”. Siempre me ha gustado el acento español, lo encuentro demasiado sensual (sí, bien sé que hay por lo menos trescientos millones de humanos a parte de mí que piensan la misma huevada), pero siempre o casi siempre he sido del montón (y lo digo a mucha honra) así que da lo mismo.

Ahora si que no tengo ni la menor idea de hacia dónde iba con todo esto, jajajaj, como si uno pudiera saber eso siempre.

Me he dado cuenta que la música produce alteraciones en mi humor, denante, cuando comencé a escribir escuchaba a The Ramones, lo cual produjo cierto arrebato en mí, y quise “romper la rutina” de este aburrido y mal utilizado espacio en la Web. Si usted no considera que esto haya sido innovador o al menos ridículamente distintito, sepa que no le pediré más disculpas por hacerle perder su tiempo, o por escribir pésimo pero bonito técnicamente hablando.

Ahora suena Supertramp.

¿Qué más?, bueno, sepa usted, que acabo de ver un video de esos que hacen que quieras ir corriendo a un confesionario por la repugnante tendencia morbosa que deambula en nuestras mentes. Un policía Vietnamita yacía tirado en la berma luego de un accidente, con sus extremidades inferiores totalmente desprendidas de su tronco, el que se mostraba absolutamente abierto con todos sus órganos esparcidos por el suelo, prácticamente flotando en un charco de sangre. Lo mejor o peor de todo (dependiendo del nivel de morbo que posea) es que el sujeto estaba vivo, vivísimo y coleando, no, tal vez coleando no, pero se tocaba el vientre con intenciones de encontrar sus piernas e insistía con una calma sorprendente, dirigiéndose a los transeúntes (a esas alturas infinitamente más morbosos que yo) que llamaran a su familia, pues, sentía que moriría en cualquier minuto. Sinceramente, debo confesarlo, soy morbosa, obsesiva, psicópata, perversa, viciosa, entre otras, pero esto fue demasiado, así que en el minuto y treinta presioné el botoncillo para detener el video (considérese que duraba alrededor de cuatro minutos, por lo que se podría concluir que el más morboso de todos fue el individuo que grabó esta incómoda situación)

Bueno, ahora sí que me comienzo a desinflar, las ideas se volaron, además escucho una canción demasiado hermosa I'll Be over You de Toto, que volvió a inspirarme y vino como un serafín divinamente alado a sacarme de un pozo horrible y viciado, en el cual las imágenes de un sujeto sin sus piernas se me repiten una y otra vez, con algo más de culpa, como si me mantuvieran los ojos abiertos con unas pinzas frente a una película interminable, al igual que Alex en la Naranja Mecánica. Cuenta la leyenda que Malcolm MC Dowell quedó con un daño considerable en sus córneas luego de hacer tal escena, debido a que las pinzas utilizadas pasaron a llevar sus ojos en reiteradas ocasiones (y tan lindos que son).

Definitivamente un desastre.

No quería terminar hablando de cosas terribles, entre el Policía desafortunado (como yo también lo soy) y las córneas rayadas de MC Dowell resulta un final tétrico, o trágico, así como el final de Edipo.

Pero considérese que me siento muchísimo más aliviada. Sólo me falta aclarar que hoy es viernes, pero no un viernes cualquiera, puesto que quisiera estudiar en un rato más, o tal vez no, pero pude haber estado haciendo al menos cinco o seis cosas más, las que suelo hacer los viernes, por ser un día tan ameno, un día tan tranquilizante, un día que significa un alto y un respiro en la alienada y rápida vida, termino con esto, no escribo más, termino con una seudo satisfacción de haber cumplido al menos con la tarea de “ocupar” (ocupar en el sentido de "rellenar" burdamente) otro espacio en esta dirección virtual.

*
*
Con Virtual Cariño
Lila del Pilar Pérez.


No hay comentarios:

Publicar un comentario