miércoles, 7 de abril de 2010

¿Por qué?

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¿Por qué me amas?, ¿acaso habrás logrado interpretar mi silencio?, quizás llegaste al punto de despojarte de los prejuicios y compartir silencios conmigo, haciéndolos gratos y no insoportables como los sienten muchos. Creo que si ha sido así, sabrás que en medio de ellos hay un velo infinito de entrega, se establece un verdadero nexo con mi alma.

¿Por qué me amas?, ¿acaso habrás conseguido saludar a la niña que observa la luna un poco asustada?, quizás desprevenida pillaste a la mujer de la máscara y por un costado corriste a tomar la mano de la pequeña. Ella quería conocer tus ojos, pues te esperaba desde que leyó ciertas historias de amor, desde que creyó devotamente en sus sensaciones, incluso en sus visiones más oníricas. Si ha sido así, ya habrás mirado su rostro y habrás comprendido que ella quiere que a su lado observes las noche, hasta que no amanezca, hasta perder el miedo.

¿Por qué me amas?, ¿acaso habrás asumido que al escuchar mis pasos o mirar mis ojos se desprenden un montón de preguntas, un montón de culpas?, quizás hallaste la manera de tranquilizarme, y estando junto a mi pecho aplacas el vacío, adormeces las razones.

¿Por qué me amas?, ¿acaso habrás descubierto mi forma de amar?, quizás supiste siempre que mi vida iba buscándote. Cuando decidiste caminar cerca de mí, yo, aún inconciente de aquello, no dudé en saber que eras vos el caminante al que debía hablarle para resguardarnos en la vía.

¿Por qué me amas?, ¿acaso habrás escuchado que mi primer motivo para despertar las últimas estaciones ha sido amar?, quizás mi piel te lo ha dicho, me ha dejado desnuda con el espíritu suplicante, embelesado, abatido por una caricia, por una palabra sincera.

¿Por qué me amas?, ¿acaso habrás sentido lo mismo que envolvió mi cuerpo sobre la cima de la ciudad mediterránea?, quizás la tarde también tocó tus labios para despertarlos, o la ciudad quiso detenerse para que escucháramos los sonidos de la naturaleza y estremeciera nuestros cuerpos haciéndolos irresistibles entre sí, inherentes, verdaderos.

(…)
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¿Por qué me amas?
Tal vez porque he podido liberarme, porque he podido ser.
Cuando somos, cuando damos, cuando amamos, cuando sentimos, cuando no hay filtros, cuando no hay mentiras, es ahí cuando el humano se vuelve más amable, más querible, más bello.

Pero…
¿Por qué me amas?
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Lila

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