viernes, 2 de abril de 2010

y ahí va otro 2 de Abril

**
*
Más fome que cumplir 19 años. La verdad es fome cuando pienso que es como un año de transición. A veces diecinueve puede ser el último año antes de comenzar tu vida de manera “plena”, los veinte suele ser la mejor década de las personas –eso dicen por ahí-, en donde acabas por mudarte de mundo, desde ese mundo gigante hecho de aspiraciones y cosas más simples, a otro lleno de realidades y experiencias. Otras veces diecinueve puede ser sencillamente un año más para seguir decidiendo, para reparar errores de última hora, para prepararse positivamente para lo que viene. Veinte años para mí serán significativos, definitivamente, por tanto si hoy algo me dio la posibilidad de cumplir el año anterior, deseo que sea bien aprovechado, me daré una excusa para seguir viviendo y sintiéndome pequeña, para seguir soñando como lo hago hasta ahora –aunque esperaré que eso no termine jamás- y de paso, tras la cortina, comenzar a prepararme, a levantar el espíritu, porque siento que la vida llega y llega de lleno, pero aún tengo un año, aún tengo pretextos.

Mientras tenga tanta noción de mis pasos, continuaré siendo la misma. De pronto un año más no significa nada, el tiempo vuela, eso también lo dicen. Pero estoy bien, últimamente mi vida ha dado vuelcos curiosos, rápidos y drásticos, sin embargo me siento en vísperas de algo gigante, no sé qué, pero lo deseo con desmesura.

Estoy aprovechando a la gente, me está gustando estar con más humanos, observarlos ya no es lo único en lo que mato las horas, ahora sé hablar y sé expresar algo mejor. El que hoy sea un día de esos llamados “especiales” me hace querer decir muchísimas cosas, porque cumplir años es validar el tiempo y este orden, es asumirse socialmente más maduro quizás, o más apto para el resto de cosas que dicen que uno debe pasar, es aceptar lo que venimos construyendo, lo que somos, y es hora de sentarse con un café a charlar frente al espejo y ver cómo vamos. Me tomo enserio este asunto, porque a pesar de asumir tantas cosas, como lo es el paso del tiempo, tengo algo de temor, de miedo, finalmente estar acá adentro resulta cada vez más hostil. Es como estar atado a las manecillas de un reloj eterno, girando y girando, siempre hacia delante, sin derecho a descansos, ni reparos.

En fin, el miedo es propio del hombre, del hombre que asume, del hombre que conoce su entorno y lo que este le exige, paralelamente a lo que él quiere. Es propio del hombre que sueña en tierras agrestes, el hombre que ama en campos de codicia, el hombre que desea en ciudades insensibles, el hombre que quiere vivir y trascender en medio de la impaciencia y de lo desechable. Pero comenzar hoy a tener diecinueve me consuela en algún sentido, me escuda, me grita que aún es poco, que aún es un “a tiempo para”, y por sobre todo, que aún no es mal mirado temer.

Mis últimos días me hacen querer además, a pesar de todo, no seguir cumpliendo años, pues me quedaría eternamente en mi presente, específicamente, si fuera posible, viviendo sólo las últimas semanas.

Precisamente, estos diecinueve ya tienen algo distinto, un aire distinto, un nombre distinto, una tranquilidad arraigada a sus días, un hombre que vino a entregarme más vida. Él dijo que había que ser un mal cobarde. Temer es suficiente para movilizarse, temer es el comienzo de la acción y de la búsqueda hacia lo contrario. Temer está en mí, como también lo está querer salir de los temores.

Temer está en mí, como lo está también amar. En la misma proporción, en el mismo lugar y en el mismo segundo que ahora se está pronunciando esto. Pero Amar ahora es más real que antes, por lo tanto amar hoy es el primer filtro ante mis ojos, es el primer impulso, es el primer movimiento. Amarte lo es, a ti, mi querido príncipe feliz.

A los diecinueve de la niña, a los diecinueve medio buenos, medio malos, medio inmaduros, medio sabios, medio torpes. A los diecinueve van sus propias palabras hoy, sinceras, desnudas, sencillas.

Agradecida está de sus amigos, de sus amores, de su sangre.
Agradecida de su vida, de su infinidad, de su música, de sus letras, de sus asombros.


Nunca relegaré aquello.
Estoy viva.
*

*
*
Lila Javiera Golondrina Andelizha Beovides.

No hay comentarios:

Publicar un comentario