sábado, 23 de junio de 2012

Batallas y Entuertos.



*
Cuéntame de tu noche ausente,
Recogiendo cada pedazo de carne
Desde la nube que cega tu alma.
Nudo de entuertos irascibles.

Mírame en medio del tedio,
¿Dónde carajo se fue la virtud?
¿Me podría doblegar para tus miedos
Y parecer nuevamente la diosa?

Qué es lo que te esposa al pasado,
Qué es lo que te posee por las noches,
Qué es lo que ves en la paradoja,
Qué es lo que te hace falta.

Por Dios, mi cuerpo respira la espera,
Con los pies clavados en la arena.
Un atardecer es tortura,
Te llevas mis virtudes, mi temple,
Mi aguardo.

Al arribo de tu libertad a puerto,
Mis tejidos se vuelven ancianos.
No tengo cordura ni razón en los años.
Más tengo la visión en sueños
De tu alma encerrada en ti mismo,
Anhelando la alcoba que te sosegó.

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Lila Andelizha, en la batalla épica de su razón y sentimiento.

sábado, 16 de junio de 2012

La Sangre de Abril


Recuerdo la playa. Día de verano, más bien, el otoño del verano. Febrero con su luz cálida fundiéndose sensualmente con la brisa húmeda y salada del océano pacífico. Mi vestido flameaba tan ideal que podría haber sido dibujado ansiosamente. Era rojo, tenía flores. Como la que me regalabas sorpresivamente esos días que recién nos acostumbrábamos el uno al otro. Había tanto sol, y tanta brisa, y tanto mar. Tanta esperanza, tanta inspiración. Esa alegoría divina que provocan los paisajes perfectos. Tú ibas detrás, como si te refugiaras en mi holgado vestido cual bandera protege a sus hijos. Caminábamos separados, en muchas direcciones, haciendo agujeros en la arena con las huellas deliberadas. Me alegraba infinitamente saberte allí, donde la naturaleza abierta y madre de todo, podía contemplarnos y ofrecernos una mano. Así también parecía ser testigo de nuestro pacto, testigo del afecto trascendente que unía inexplicablemente cada una de nuestras células. 

El resto de los días nuestros pies volvieron a encontrarse con el suelo de la costa. Vestía de un manto blanquecino a nuestros talones cansados de tanto cemento. Recuerdo tardes sumergidos en el mar hermoso. Que a ratos era cálido, cuando no calaba los huesos. Tú nadabas como si fuera la última vez que fueras a ver tanta agua reunida. Yo te observaba más atrás, con el agua en la cintura. Sentía algo de temor, te ibas tan lejos de la orilla, de pronto el mar arremete la calma y pensé que podría llevarte. Más tú como pez fluías maravilloso por el torrente azul y vasto de aquel cuadro marino y  apacible. Sonreía finalmente. Las algas se enredaban en mis tobillos. Tenía frío, más me sentía eternamente feliz. Como las noches a tu lado, acurrucada entre tu alma y tu costilla. Ese calor intenso que emanaba tu cuerpo apaciguaba mis tejidos, mi espíritu susurraba su hálito de paz. El té de las tardes, el frío de la playa nocturna. El viento que volaba los sombreros. Las caminatas y las sonrisas. La tranquilidad que radica en el olvido de urbe, de la gente, de los malos días. Pero aquel febrero fue embestido.

Febrero fue embestido por un Marzo caprichoso y hastiado de incertidumbres.
Una duda se hacía invencible y como flecha de hábil arquero, terminó por dar en el centro del prado sublime que se desprendía de nuestras manos. La duda que nubló tus ojos de paisaje. La duda que doblegó a la palabra y al acto: un suicidio colectivo de ríos y sentimientos aguerridos. Un suicidio colectivo de todos los cantos al futuro. 

Y Abril, Abril me arrebató la aurora. Abril una vez más me miró a los ojos como hace veinte y tantos años, y ahora me ve morir en medio de los días. Abril se convirtió en el mar abatido que desterró tu figura del muelle, Abril te nubló el alma, ahogó hasta tus palabras. Abril te convirtió en sombra y muerte, Abril ancló tu nombre en el fondo del mar y clavó mis pies en la orilla de la playa, contemplando un atardecer eterno: Abril es un verdugo triste.


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Lila Andelizha.

viernes, 15 de junio de 2012

Celos. La Telaraña: o el espacio que habito.















*


Espacios no habitados
Habitan en el recodo del miedo.
La esquina funesta de la especulación
Expele una fuga de gas enmarañado,
Lleno de espectros, lleno de noches.

La garganta se seca con el humo infausto
De un cigarrillo nervioso.
La angustia y el sabor a egoísmo,
Contemplan las figuras hastiadas
Hasta verlas fluir desde el ático oscuro.

Todo lo que no se desea
Se hace escultura con fuego eterno.
Los celos deforman tu cara,
Vuestras manos se agrietan sinuosas.
La pesquisa abatida embiste a la vida.

Se abre el portal siniestro,
La duda tiende alfombra de clavos.
Una afrenta al pasado y un tibio pavor,
Consumen la cima de la conciencia
Y las sombras mortales encandilan.

Bienvenido a la caverna indolente,
El infinito agujero de las ideas deformes.
Aquí yace el nido de la inseguridad
Y de todos los males del universo.
Una telaraña de sueños coléricos.

El hombre frente a su miseria,
La cuna de la especie del yerro.

Con una mentira crucificada en la frente
Y húmedos candados por el sudor:
Se cree lo que se quiere ver.





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Lila Andelizha

viernes, 8 de junio de 2012

Puntada sin Hilo


**
Me restriego los ojos, me despierto.
Nueva vida, nuevo son. Razón, sin ella.
Bailando en una estrella, me contradigo.
Te persigo, siento a ratos muchos mendigos.
Sonrío, escribo silente, perdón, resiliente.
Una fuente que no se cierra, una mano sin abrirse.
Resiste, hembra azulada, que eres fuerte.
No miente, él no miente.

Acusa, provoca mares de deseos, alborota.
Estoy dentro, me repito un pasado credo,
Lo lanzo, te vas como perro flanco,
Vuelves como uno manso. Por qué,
me pregunto, ¿No fue una herida el fin presunto?
Las cosas, los libros que rodaron en tu cama.
Qué vida, mientras lloro sobre una amalgama
Qué importa, una implora, un reloj que perdió la hora.

Como veneno, ego negro, que te llevaste, lapidaste.
Y que ahora con garra de fierro, me lo lanzas
Como esperanza. En las anchas llanuras
Se abre infinito, como cerradura, el olvido.
Íntimo camino recorrido, protegido.
No quiero más pertenecer al atisbo. Tu mirada
Extrapolada, me asesina, me aleja.  Maneja
Por favor tus ansias, tu locura, estas lanzas.

¿Pero qué duende te ha arrebatado la cordura?,
Escucha esto, mal insigne, melodía de la amargura,
Margen de un mal día, mi vida te reclama fuera,
Soy sincera, aunque poco lo crea,
Y sin besar una complacencia,
No queda más clemencia, me dañaste, y ya no hay más:
Me muevo de tu línea errada, detenida, muy consciente.
Acercándome hacia tu muerte, como una nota estridente.

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Lila Andelizha

domingo, 3 de junio de 2012

Ápice de todo.

Finalmente todo lo que me daña me deja en el mismo lugar.
Me despojo de tu cara, tu nombre, tu vida, tu relatividad.
Me libero de tu hito, del dibujo amargo que impregnaste en mi alma con fuego
Con llamas del infierno, del mal que rodea tu cabeza.
Vete al despeñadero, no estaré en ese entonces allí, no lo haré.
Ya habré salido, y cuando lo haga ni siquiera me acordaré de tu sombra.

Recóndito pedazo de cielo


Ahora,
Cuando tengo que estrechar el manojo de llaves,
Asediada por el torrente de cosas que desean traspasar la puerta.
Ahora,
Cuando el río insaciable de afuera
Pretende furioso inundar la estancia,
Llevando consigo a rastras lo que destruye de paso.
Ahora,
Cuando la horda de ojos y dientes de los otros,
de esos que deambulan medio muertos,
Quieren acosar la vida de una mujer que ha quedado sin tiempo.
Ahora,
Que la manada de recuerdos corre a siniestras,
Irrumpiendo el abismo íntimo, lapidando todo a su fugaz marcha,
Sin el objetivo ni el destino armado.
Ahora,
Es cuando cierro las paredes del corazón,
Bajo el broquel del sosiego, del desmayo.
Y con el manojo de llaves cierro el portal fehacientemente, y el río se devuelve.
La horda se muerde la lengua, los rendidos saltan al vacío.
Pero yo, yo me exilio de la suciedad de los prejuicios.

*
Lila Andelizha