sábado, 29 de septiembre de 2012

Hábitat

*
No, ya no extraño con olor a flor marchita
extraño con resina y ceniza de mi pecho.
Extraño mirando al cielo, esperando el escupitajo,
Extraño como sin deseo, como sin aguardo.
Escuchando un tango roído, extraño sencillamente el nombre,
La piel, la boca, el calor de un mes florido.
Pero no extraño con el abatimiento de altamar,
Ni  con el dolor purulento de horas en vela.
Extraño con pellejo cansado, con los pies heridos.
Extraño con la desesperanza de una melodía olvidada,
De un charco seco, de un niño taimado.
De una madre amargada, de un hombre vagabundo.
Con la melancolía de un aniversario de muerte,
De una fiesta sin gente, de un cumpleaños maduro.
Extraño con la mente, con el pensamiento.
No extraño como ayer, con el alma y el aliento.
Extraño lentamente, consciente, en un mar quieto.
Ya no extraño con la sangre hirviendo,
Ni con el sueño permanente del regreso, del renacer.
Extraño con la frialdad de un sobreviviente de guerra,
de una mañana de domingo con trueno y lluvia,
De un juez proclamando la sentencia.
Extraño con la seriedad de un hombre abatido,
Con el ceño fruncido; extraño con detención,
Con la mirada hacia el cemento sucio.
Extraño silente, extraño triste, pero extraño fuerte,
Extraño sin horizonte, sin camino, sin amaneceres.
Extraño albergando la ausencia, soslayando la espera.


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Lila Andelizha

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