lunes, 2 de noviembre de 2015

Al Flâneur se le acabó lo Romántico.



Es una historia congénita.
Caminando sobre el mismo pasto
Entre los árboles, camuflándome.
Haciendo de Flâneur por las calles
Escuchando murmullos opacos,
voy absorbiendo los balbuceos,
deglutiendo:
haciendo el bolo alimenticio
de cosas que se le caen a la gente.
La sociedad es como un dibujo,
de esos que se hacen hablando con alguien
que no se quiere escuchar realmente.
En los No lugares se configuran los residuos
de este mojigato hormiguero.
Voy pisando los nidos entonces,
salen cangrejos.
algunos están demasiado gordos
para hablar de justicia.
Los afiches insultan mis genitales,
Manosean mi cuerpo, lapidando
cada movimiento.
Y entre los trenes, y los neumáticos hediondos
uno que otro grito, de esos que nadie quiere oír
me regala una jaqueca mundial.
El olor a carne podrida,
de atracón de degenerado,
se sienten detrás de las lucecillas
que tanto muerto anda fumando,
y a cada bocanada
golpe y borrachera,
se va erigiendo con colores raros
este paisaje asoleado.
Mientras hundo mi puño en la letra
como sacudiéndome para estar conciente,
voy resistiendo a tanto brío atrapado.
No pagué el pasaje.
En realidad no tengo dinero.
Quizás algún día la tinta inunde la urbe.
No esperaré a nadie para ese día.
Por ahora:

Miro la cortina gris y me dan ganas de hablar.

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