martes, 17 de noviembre de 2015

Azul Lejano


Una nave irrumpe en la profundidad del mar rojo,
con un centinela en la proa arrimado  a la mujer de palo,
Ella está llorando por los hijos perdidos.
A miles de kilómetros, la barcaza encuentra su cauce
y se derrama por la humedad.
La tripulación oye los gimoteos, pero no baja la guardia,
pues la lluvia arroja credos imberbes y
paisajes crispados:
un firmamento tronado

por el malestar que ha parido la bruma.
Tanto dolor ajeno, que el mar se ha teñido de azul gélido.
Y los peces, las luces, las llamaradas demenciales estallan como artificios,
haciendo a la neblina crepitar.
El horizonte se dirige hacia la procesión universal,
encausando a un barco con hombres oscuros.
Se dirigen hacia la muerte, creyendo saberlo.
Lloran la muerte, creyendo venerarla
.

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