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No sé cómo pasan cinco horas tan rápido, de pronto trato de dormir, más o menos temprano, porque ha sido mucho la falta de consideración con mi cuerpo, y no puedo. La cadena de ideas viene siniestra hacia mí, como el peor de los huracanes, y ahí me quedo, dejando que cada pensamiento me lleve a otro, cada puerta al ser abierta contiene otras dos y escalo verdaderas ramas sobre un árbol gigantesco. El tiempo corre, la desesperación, quisiera dormir. Me levanto abruptamente, me siento sobre la cama, transito cuatro pasos, me vuelvo a recostar, sujeto mis sienes, siento el viento, y ahí están de nuevo.
Tuve un problema, sí, cuando cegada por la ventolera de ideas furiosas, quise sostener una de ellas más de la cuenta, y mis ganas por materializarla se hicieron insostenibles. Ahí fue cuando a eso de las cuatro de la madrugada, con la ventana semiabierta y una luna más ausente que otras noches, tomé mi teléfono celular y te escribí bajo un pretexto extraño que de pronto pensaba en ti.
-Sentimiento que debo reprimir por el bien de mi corazón y su parte sensata y orgullosa-.
Ahora quisiera decir que me arrepiento un poco, sólo un poco. Pero no puedo.
Estuve en medio del delirio y del caos, en el ojo de un huracán avasallador, entre medio de mi racionalidad con sus legiones, y la pobre y silenciosa mujer acurrucada en una esquina, la que quiere decir tantas cosas. Aún así, esto no es una evasiva, es verdad.
Tuve un problema, sí, cuando cegada por la ventolera de ideas furiosas, quise sostener una de ellas más de la cuenta, y mis ganas por materializarla se hicieron insostenibles. Ahí fue cuando a eso de las cuatro de la madrugada, con la ventana semiabierta y una luna más ausente que otras noches, tomé mi teléfono celular y te escribí bajo un pretexto extraño que de pronto pensaba en ti.
-Sentimiento que debo reprimir por el bien de mi corazón y su parte sensata y orgullosa-.
Ahora quisiera decir que me arrepiento un poco, sólo un poco. Pero no puedo.
Estuve en medio del delirio y del caos, en el ojo de un huracán avasallador, entre medio de mi racionalidad con sus legiones, y la pobre y silenciosa mujer acurrucada en una esquina, la que quiere decir tantas cosas. Aún así, esto no es una evasiva, es verdad.
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Lila
Esestarenamorado
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