jueves, 22 de abril de 2010

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¿Será que arrastrar un mal ayer condena a revivir malas jugadas cada cierto tiempo?
¿Será que no haber pactado ciertas causas repercute hoy en la toma de decisiones?
¿Será que sentirse nostálgico medio triste tiene la misma finalidad que sentir placer?
¿Será que haber callado algunas cosas hace que ahora no sepamos decir?
¿Será que mis miedos de antaño están cobrando represalias por no haber sido olvidados?

Tengo tristeza hoy. Pensaba hace un rato, que debí hacer un millón de cosas antes de lo que hoy por hoy hago. Sentí que no estoy conforme, sentí que me estoy asfixiando. Tengo tantas ganas de crear, y no tengo manos ya, ni espacios, ni motivos; menos pretextos. Sentí que temblaba mi memoria, rememorando tantas ideas que alguna vez alumbraron ciertas tardes. Esas tardes bellas donde el invierno podía ser tan inspirador, donde la guitarra marchaba ágil, donde la pluma quiso soñar con historias ajenas, donde creer era posible y una ilusión disfrutable. Sentí que no tengo protección, sentí que debiendo estar allá estoy acá, de manos atadas, con mi afán creador secuestrado. Sentí que lloro silenciosa, sentí que quiero tantas cosas que hoy no se vislumbran. Sentí que sentí el golpe bajo, sentí una piedrecilla en el zapato.

Sentí que debo estar allá.
¿Por qué?
No me agrada lo que estoy viendo.

Una esperanza, ojala, se cultive hoy.
Que el sol bendiga su germino,
Necesito abrigo, necesito tanto mi paz.

Disfrutaré el dolor por mientras, como fiel placer humano.
¡Pero maldita sea, que triste estoy!

Ojala se cultive hoy la semilla, ojala tenga sentido pronto.
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miércoles, 7 de abril de 2010

La Prosa Desnuda

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(Cadáver Exquisito, escrito en la tarde del 6 de abril de 2010)
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Una gota de tinta deslicé en un papel roto, los cuentos no comienzan así, pero no hay más sobre que construir. Aunque si no existen las tierras en donde apilar las semillas, bastaría con la convicción de que al menos han sido ideas contadas de manera propia. Porque lo que cuenta el corazón en un gota de tinta, surge en papeles tiernos, más sólo necesita una hoja, la del árbol más alto, el de los colores naranjos, con ojos nublados, perdidos entre alas y luces que sólo pocos mortales han sabido ver, movidos por un viento eterno.
Contemplaron muchos años a su tierra ensimismada y soñaron muchos más años con verla enaltecida, vasta de gloria, lejos de su patio y boulevard, verla hecha de dulce realidad. Soñaron con su piel y ojos, con su mente y corazón, con su cuerpo fuerte, con sus manos hacia la vida, con sus palabras, sus silencios, su entereza y sus días…
Contando sus cabellos solos, el silencio les atestiguó los dichos, hechos piel, hechos mirada, sólo los suspiros rompían las paredes infinitas que albergan a los temores, y las inmensas legiones de lo que no ha podido ser. Esto no guarda relación con lo que vendrá, pues las palabras, las cosas oídas y vistas sólo son ilusos frisos junto a todos los rostros visibles. Los que no han ignorado los años, los que no voltean a mirar dos veces, los de aquí, los de más acá, torpes y felices o acertados y amargados, finalmente nunca importaron demasiado, sólo los ecos de sus suspiros por el aire, en la tierra de sus cabezas, en las palabras que se acunaron en sus entrañas y repitieron tantos cantos, dando sus corazones. A ellos los vieron hoy y dijeron dulces pueden ser los hombres y las flores que se enredaron en los campos verdes y tibios, se han hecho un océano de historia con un suave principio, pero no se ve final, sólo esquinas que doblar, sus manos unidas y ojos gritando, sin fin y a todo pulmón, Te amo.
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Escrito por nuestra conciencia liberada.

¿Por qué?

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¿Por qué me amas?, ¿acaso habrás logrado interpretar mi silencio?, quizás llegaste al punto de despojarte de los prejuicios y compartir silencios conmigo, haciéndolos gratos y no insoportables como los sienten muchos. Creo que si ha sido así, sabrás que en medio de ellos hay un velo infinito de entrega, se establece un verdadero nexo con mi alma.

¿Por qué me amas?, ¿acaso habrás conseguido saludar a la niña que observa la luna un poco asustada?, quizás desprevenida pillaste a la mujer de la máscara y por un costado corriste a tomar la mano de la pequeña. Ella quería conocer tus ojos, pues te esperaba desde que leyó ciertas historias de amor, desde que creyó devotamente en sus sensaciones, incluso en sus visiones más oníricas. Si ha sido así, ya habrás mirado su rostro y habrás comprendido que ella quiere que a su lado observes las noche, hasta que no amanezca, hasta perder el miedo.

¿Por qué me amas?, ¿acaso habrás asumido que al escuchar mis pasos o mirar mis ojos se desprenden un montón de preguntas, un montón de culpas?, quizás hallaste la manera de tranquilizarme, y estando junto a mi pecho aplacas el vacío, adormeces las razones.

¿Por qué me amas?, ¿acaso habrás descubierto mi forma de amar?, quizás supiste siempre que mi vida iba buscándote. Cuando decidiste caminar cerca de mí, yo, aún inconciente de aquello, no dudé en saber que eras vos el caminante al que debía hablarle para resguardarnos en la vía.

¿Por qué me amas?, ¿acaso habrás escuchado que mi primer motivo para despertar las últimas estaciones ha sido amar?, quizás mi piel te lo ha dicho, me ha dejado desnuda con el espíritu suplicante, embelesado, abatido por una caricia, por una palabra sincera.

¿Por qué me amas?, ¿acaso habrás sentido lo mismo que envolvió mi cuerpo sobre la cima de la ciudad mediterránea?, quizás la tarde también tocó tus labios para despertarlos, o la ciudad quiso detenerse para que escucháramos los sonidos de la naturaleza y estremeciera nuestros cuerpos haciéndolos irresistibles entre sí, inherentes, verdaderos.

(…)
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¿Por qué me amas?
Tal vez porque he podido liberarme, porque he podido ser.
Cuando somos, cuando damos, cuando amamos, cuando sentimos, cuando no hay filtros, cuando no hay mentiras, es ahí cuando el humano se vuelve más amable, más querible, más bello.

Pero…
¿Por qué me amas?
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Lila

domingo, 4 de abril de 2010

Universo

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Yo creía que tenía cierto límite la noción sobre lo que soy capaz de dar, pero ahora es imposible saber hasta dónde llega el universo de amor que se expande a velocidad de la luz por mis poros. No sé cómo encerrar esta ansiedad por entregarte océanos inmensos en un par de palabras, no es suficiente, me estoy desesperando. Mis manos tampoco pueden abrazarte lo necesario para traspasar las fronteras físicas, fluir en vos sería incluso poco. Quisiera que mi energía penetrara en cada célula existente y venidera de tu cuerpo, quisiera que tomaras entre tus dedos a mi espíritu que ahora vuela como mariposas en plena estación primaveral, que lo contemplaras y pudieras tocarlo con ligereza. Para decir lo que ahora viene trayendo el río de mis amores sería necesario que toda la ciudad enmudeciera, para que el agua en su andar diera cantos en versos sinceros a tus oídos. No tengo límites, los he perdido, no sé cómo llegué a esto, no sé cómo es que sucede que una pequeña explosión a nivel de átomos dentro de mi alma fuere a causar un vuelco tan trascendente en mi vida. No sé cuándo aprendí a decir te amo, de manera firme y lozana, gestando verdaderas rebeliones al pronunciar. Sintiéndome parte del hilo sonoro de su significado, un te amo ahora es la leña que aumenta el fuego, que mantiene constantes las ruedas al riel. Se han ido las descripciones, yo no sé cómo pasó, pero quisiera darte las virtudes, los ojos, los silencios, los espacios, para que lo lleves contigo, para que se alojen en tus capas. A penas recuerde cómo se llega a contar las estrellas, sabré cómo contener lo que tengo acá adentro, para hacerlo tangible, para que puedas recibirlo con texturas.

Te amo, esa expresión al menos sigue siendo por ahora el remedio para apaciguarme.

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Lila

viernes, 2 de abril de 2010

y ahí va otro 2 de Abril

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Más fome que cumplir 19 años. La verdad es fome cuando pienso que es como un año de transición. A veces diecinueve puede ser el último año antes de comenzar tu vida de manera “plena”, los veinte suele ser la mejor década de las personas –eso dicen por ahí-, en donde acabas por mudarte de mundo, desde ese mundo gigante hecho de aspiraciones y cosas más simples, a otro lleno de realidades y experiencias. Otras veces diecinueve puede ser sencillamente un año más para seguir decidiendo, para reparar errores de última hora, para prepararse positivamente para lo que viene. Veinte años para mí serán significativos, definitivamente, por tanto si hoy algo me dio la posibilidad de cumplir el año anterior, deseo que sea bien aprovechado, me daré una excusa para seguir viviendo y sintiéndome pequeña, para seguir soñando como lo hago hasta ahora –aunque esperaré que eso no termine jamás- y de paso, tras la cortina, comenzar a prepararme, a levantar el espíritu, porque siento que la vida llega y llega de lleno, pero aún tengo un año, aún tengo pretextos.

Mientras tenga tanta noción de mis pasos, continuaré siendo la misma. De pronto un año más no significa nada, el tiempo vuela, eso también lo dicen. Pero estoy bien, últimamente mi vida ha dado vuelcos curiosos, rápidos y drásticos, sin embargo me siento en vísperas de algo gigante, no sé qué, pero lo deseo con desmesura.

Estoy aprovechando a la gente, me está gustando estar con más humanos, observarlos ya no es lo único en lo que mato las horas, ahora sé hablar y sé expresar algo mejor. El que hoy sea un día de esos llamados “especiales” me hace querer decir muchísimas cosas, porque cumplir años es validar el tiempo y este orden, es asumirse socialmente más maduro quizás, o más apto para el resto de cosas que dicen que uno debe pasar, es aceptar lo que venimos construyendo, lo que somos, y es hora de sentarse con un café a charlar frente al espejo y ver cómo vamos. Me tomo enserio este asunto, porque a pesar de asumir tantas cosas, como lo es el paso del tiempo, tengo algo de temor, de miedo, finalmente estar acá adentro resulta cada vez más hostil. Es como estar atado a las manecillas de un reloj eterno, girando y girando, siempre hacia delante, sin derecho a descansos, ni reparos.

En fin, el miedo es propio del hombre, del hombre que asume, del hombre que conoce su entorno y lo que este le exige, paralelamente a lo que él quiere. Es propio del hombre que sueña en tierras agrestes, el hombre que ama en campos de codicia, el hombre que desea en ciudades insensibles, el hombre que quiere vivir y trascender en medio de la impaciencia y de lo desechable. Pero comenzar hoy a tener diecinueve me consuela en algún sentido, me escuda, me grita que aún es poco, que aún es un “a tiempo para”, y por sobre todo, que aún no es mal mirado temer.

Mis últimos días me hacen querer además, a pesar de todo, no seguir cumpliendo años, pues me quedaría eternamente en mi presente, específicamente, si fuera posible, viviendo sólo las últimas semanas.

Precisamente, estos diecinueve ya tienen algo distinto, un aire distinto, un nombre distinto, una tranquilidad arraigada a sus días, un hombre que vino a entregarme más vida. Él dijo que había que ser un mal cobarde. Temer es suficiente para movilizarse, temer es el comienzo de la acción y de la búsqueda hacia lo contrario. Temer está en mí, como también lo está querer salir de los temores.

Temer está en mí, como lo está también amar. En la misma proporción, en el mismo lugar y en el mismo segundo que ahora se está pronunciando esto. Pero Amar ahora es más real que antes, por lo tanto amar hoy es el primer filtro ante mis ojos, es el primer impulso, es el primer movimiento. Amarte lo es, a ti, mi querido príncipe feliz.

A los diecinueve de la niña, a los diecinueve medio buenos, medio malos, medio inmaduros, medio sabios, medio torpes. A los diecinueve van sus propias palabras hoy, sinceras, desnudas, sencillas.

Agradecida está de sus amigos, de sus amores, de su sangre.
Agradecida de su vida, de su infinidad, de su música, de sus letras, de sus asombros.


Nunca relegaré aquello.
Estoy viva.
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Lila Javiera Golondrina Andelizha Beovides.